Opinión
Por
  • J.G.A.

Un año del sindiós

Javier Viñuales
Javier Viñuales
S.E.

"BD! Javier, supongo que estarás al tanto de todas las noticias del coronavirus... pero creo que habría que hacer un llamamiento a todas las autoridades de Huesca para que tomen medidas sanitarias urgentes no el lunes, ¡¡¡sino ya!!! Estamos en un riesgo mucho más alto de lo que nos hacen pensar ya que estoy en contacto con mis compañeros de trabajo de Italia y Suiza y la verdad es que están más que desbordados. Necesitamos cuanto antes cerrar las ciudades que aún no estamos contagiadas o se supone. ¡Sería un desastre para Huesca y para nuestra salud! Creo que es vital adelantarse antes de que nos arrepintamos”. 12 de marzo de 2020. 

“¡Por favor, Javier! Haced un llamamiento a las autoridades, que se tomen esto mucho más en serio. Se tiene que cerrar todo antes de que sea un sindiós. ¡No vale estar en terrazas y saliendo a la calle!”. 13 de marzo de 2020.

Dos mensajes angustiosos y angustiados de un ángel de la guarda de la salud, Javier Viñuales, que ese mismo 13 de marzo, por teléfono, me decía que me cubriera la boca y la nariz con lo que pudiera, a falta de mascarillas (la obligación llegó tras 70 días de estado de alarma) y que, en la medida de lo posible, no saliera de casa. Vaticinó 50.000 muertes con la presunción de que se quedaría corto. Reenvié estas misivas a autoridades. Todos estábamos embriagados con Don Simón el sosegante.

Javier ofreció sus instalaciones a las administraciones, elaboró un proyecto innovador para atención neurológica a enfermos de covid (se lo rechazaron por “barato”) y ahora ha organizado talleres de risoterapia para miembros de la uci de San Jorge a los que ha invitado a la consejera Repollés.

En medio de su virtud, ayer me repiquetearon los mensajes con un escalofrío similar al del retratista de La Muerte del Comendador de Murakami al ver un cuadro de ultratumba. Un sindiós.