Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Estupefacción en la hostelería

La hostelería, en un "ay"
La hostelería, en un "ay"
EP

NO APLICA la veneración y el asombro que a Santiago Ramón y Cajal le producía un anciano que fuera capaz de cambiar de opinión. Que rectificar es de sabios constituye una verdad apodíctica. Que no conviene confundirlo con la incoherencia y el atropello del criterio también es incontrovertible. Que, además, estamos en tiempos en los que la precipitación se ha apoderado de las decisiones gubernamentales es difícil de rebatir. La mañana del miércoles, el Ministerio de Sanidad sondeó a través de un globosonda en un rotativo nacional la posibilidad de adelantar el toque de queda en Semana Santa a las 20:00 horas. La preocupación en los hosteleros dio paso, por la tarde, al alivio ante la negación de esa posibilidad, motivada básicamente por la oposición de comunidades de todos los colores a esta medida. El sector se aprovisionó de productos para la continuidad en el dietario de convivencia de los últimos días y ayer, hacia el mediodía, no daba crédito al anuncio sin anuncio de la consejera Ripollés sobre la posibilidad de que, donde dije digo, quizás acabemos diciendo Diego. Ni contigo ni sin mí tienen mis males remedio... Y en estas llegamos a la víspera del Domingo de Resurrección con la única certeza de que no hay certidumbre alguna, con la convicción de que penaliza la falta de convicción de las autoridades y con la triste constatación de que el ritmo de vacunación, 90 días después de la operación propagandística de la primera dosis el 27 de diciembre, es ridículo sin que nadie asuma responsabilidad alguna en esta Europa reflejo de la inacción de sus Estados.

La zanahoria y el palo no es una composición táctica aceptable en las sociedades maduras. Ni lo es en los gobiernos estudiosos y previsores. Los hosteleros están estupefactos. Y muchísimos con ellos.