Opinión
Por
  • Javier García Antón

Web, app y mayores

vacuna astrazeneca
Vacunación entre polémicas y retrasos.
Agencia EFE

NO TENGO muy claro que seamos capaces de leer algunas de las lecciones que brotan, incluso, de instituciones oficiales, como la de la soledad de los mayores que dio lugar al Observatorio aragonés de una problemática muy sensible. Aunque los griegos consideraban una noble cuestión la de aprender en edad provecta (tampoco tan extraña, por otro lado) y nuestro Santiago Ramón y Cajal mostraba su veneración y asombro por los ancianos que saben cambiar de opinión, pender la vacunación de los nacidos entre 1942 y 1945 de una página web o de una app es vivir en universos ficticios. Salvo para un porcentaje mínimo, las nuevas tecnologías constituyen un arcano al que ni siquiera aspiran a penetrar. Es más, tienen todo su derecho a dejar esa modernidad para las generaciones venideras, que ellos ya han batallado con sus herramientas en circunstancias muchísimo más difíciles.

Las personas entre 76 y 79 años se han ganado una llamada telefónica “de oficio” para reconfortarse con la existencia de un mundo para ellos, no de una distopía cruel. Si uno de los grandes pecados de pretendidos pensadores es analizar con paradigmas del presente tiempos muy pretéritos y, a partir de ahí, emitir juicios insensatos, una de las aspiraciones más absurdas de los gestores es la imposición de unos instrumentos para los que muchos ciudadanos no están dotados, más que por formación por la propia evolución de los tiempos.

Es paradójico que, junto a esa recomendación, confluya una dificultad rayana en lo imposible para la atención telefónica en nuestra sanidad. Quizás es que, 13 meses de promesas después, los recursos humanos ni han sido aumentados ni sostenidos. Al pan, pan...