Opinión
Por
  • Álvaro Franco Oliván

La vaca, las vacunas y la pandemia

vacuna astrazeneca
Vacunación ayer en España.
Agencia EFE

La evidente fragilidad de los humanos y animales frente a los virus, ha quedado bien patente en las pandemias de 1918 y de 2020. La primera, la de 1918, se considera la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en un sólo año mató en torno a los 40 millones de personas. Y recibió el apelativo de gripe española porque ocupó una mayor atención de la prensa hispana que en el resto de Europa, ya que nuestro país no estaba involucrado en la guerra mundial y, por tanto, no se censuró la información sobre esta enfermedad. La pandemia actual, que se inició en el 2020, pilló a la comunidad científica internacional más preparada, y buena prueba de ello es que se pudo disponer de vacunas al término de un año. Todavía es prematuro evaluar el total de personas fallecidas por esta pandemia, pero ciertamente la aplicación de las vacunas está ocasionando un acusado descenso de la letalidad de la enfermedad, aunque por otra parte los daños físicos y sicológicos de las personas serán importantes y, obviamente, los económicos. En pocas ocasiones la palabra “vacuna” ha sido tan comentada en los distintos foros.

Pocos avances científicos han ayudado a salvar tantos millones de vidas humanas a lo largo de la Historia y , sin embargo, el origen de las vacunas escapa a menudo de la cultura general, aun cuando éstos han quedado grabados eternamente en su propia palabra : vacuna. Y por ironías del destino, las vacas fueron las protagonistas de un descubrimiento que cambiaría para siempre la lucha contra las enfermedades humanas y animales. En el siglo XVIII, la viruela era una enfermedad atroz para la Humanidad, cuando el médico inglés E. Jenner se percató de que las campesinas que ordeñaban vacas nunca la padecían porque estaban inmunizadas gracias a un virus parecido, la viruela de las vacas, que era mucho más benigna que la humana. En mayo de 1796 una muestra de viruela vacuna se la inyectó a un niño a través de dos cortes superficiales en el brazo, lo que se considera la primera vacuna de la Historia.

Sin embargo, también el descubrimiento de E. Jenner tuvo sus detractores en la opinión pública y médica, incluso el Papa León XIII la prohibió en los Estados Pontificios. Sin embargo, los resultados acabaron desarbolando estos miedos y el mismo Napoleón obligó a vacunar sus tropas, como también lo hizo el Duque de York en Inglaterra y la emperatriz en Rusia.

En el mundo de la salud hay un tema en permanente controversia : las vacunas. La pertinencia o no de su obligatoriedad, al menos en la edad infantil, y sus posibles efectos secundarios son temas habituales de debate en el sector sanitario y fuera de él. En algunos medios de comunicación es fácil leer el siguiente silogismo : familia que acude al médico homeópata y familia que no vacuna a sus hijos, ergo este médico homeópata es contrario a las vacunas y aconseja no vacunarlos, lo que no deja de ser una información tendenciosa y falsa para estos profesionales que ante todo son médicos.

Esta pandemia, que suma ya más de 25 millones de casos en todo el mundo, debe enfrentarse, además, a los negacionistas, aquellas personas que se manifiestan en contra del uso de la mascarilla y otros temas relacionados y que ya se han movilizado en Berlín o Madrid. Mientras tanto, la OMS recomienda usar las mascarillas, mantener las distancias entre las personas, llevar a cabo una profunda limpieza de las manos y las imprescindibles vacunas.