Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Bienestar animal y consumo responsable

ganadería
Explotación de vacas lecheras en la provincia.
Rafael Gobantes

LOS CAMBIOS de paradigmas alcanzan a todas las facetas de la sociedad, comenzando por los cimientos, esto es, por aquellos escenarios en los que nos garantizamos la manutención. No hay nada sostenible sin una alimentación segura y saludable. Es el fundamento de todo, “primum manducare, deinde philosophari”, y el ser humano empieza a sensibilizarse con la idea de que sólo es posible el progreso en torno a conceptos circulares de progreso. Hoy abordamos un asunto tan importante como es el del bienestar animal, que aunque es moda y a veces parece que inventamos en realidad estaba plenamente inculcado en los agricultores, los ganaderos y sus explotaciones. Sobre esa voluntad indeleble de la gente del Campo de ofrecer lo mejor, de ser innovadores sin necesidad de reconocimiento, la administración ha puesto sobre el papel y en la práctica las normativas para asegurar que a los lineales y a las casas de los ciudadanos llegan todos los productos en las mejores condiciones no sólo organolépticas, sino también de calidad intrínseca. Esto es, de nutrición desde la perspectiva de la salud.

Hoy, las empresas que configuran uno de los sectores más pujantes de la economía altoaragonesa y los productores primarios son los primeros concienciados de la importancia de las mejores condiciones para la cría de los ganados, porque en ellas nos estamos jugando también nuestro propio bienestar. Hoy, los etiquetados nos indican los escenarios en los que han crecido y se han engordado, y la trazabilidad desde el primer día hasta el sacrificio. Pero la otra parte contratante, o sea, nosotros, tenemos en sobre nuestro tejado la responsabilidad de desarrollar un consumo responsable, ajeno a determinados parámetros que comprometen la excelencia que demandamos. Un círculo virtuoso sin fin.