Opinión
Por
  • Javier García Antón

Bastardos de la historia

Elías Campo reyes
Elías Campo Güerri, con los Reyes Don Felipe y Doña Letizia, tras recibir el Premio Gregorio Marañón
Casa de S.M. el Rey

ALEGREMENTE sentenciamos que somos hijos de la historia y padres del porvenir. La realidad sostiene que, más que como descendientes legítimos, nos comportamos como bastardos que no nos reconocemos en nuestros ascendientes, no sólo porque nos avergoncemos de sus hechos, sino porque no sabemos contextualizar sus circunstancias. El Ministerio de Ciencia ha decidido borrar la identificación de cada Premio Nacional de Investigación con una personalidad de cada una de sus categorías, de tal modo que nuestro gran Elías Campo será el último galardonado con el Gregorio Marañón en Medicina. A partir del año que viene, el polígrafo doctor dejará de figurar en tal honor y, como los seres más magnánimos de los siglos de los siglos, nos legará el epitafio que escribió: Nadie más muerto que el olvidado.

En el inventario de perjudicados por la abstracción del ministro Duque (está en otros mundos el astronauta), además de los consignatarios de las distinciones futuras, Santiago Ramón y Cajal, uno de los científicos más loados de todos los tiempos, el embrión de la neurociencia con su descubrimiento profundo del funcionamiento de la neurona. Nuestro consejero Faci ha protestado con contundencia.

Precisamente, las células nerviosas de algún responsable ministerial han debido exacerbar el celo para, so pretexto del presunto franquismo de Juan de la Cierva, hacer tabla rasa y evanescer los nombres de personajes que nos representan como país, como patria y como destino. Como expresó Ramón y Cajal, “lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”. La amnesia de lo mejor de nuestra historia.