Opinión
Por
  • Javier García Antón

Barbastro literario

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Autoridades y presidentes de los jurados de los Premios Literarios de Barbastro.
S.E.

DISCIPLINADO como soy, atiendo la petición de Ángel Huguet de que no lo nombre como el integrante más joven de un equipo que hace 52 años, bajo el liderazgo de don José Ollé, concejal, médico y presidente del Barbastro, germinó el Premio Internacional de Novela Ciudad de Barbastro. Aunque sigue presentando la entrega de galardones narrativos, poéticos (Hermanos Argensola), satíricos (Humor Hiperbreve Joaquín Coll) y el Escolar, debo apremiarle a que escriba el gran libro del Somontano que tiene en la cabeza, el corazón y sus piernas.

Pero, ciertamente, no era él el destinatario de esta prosa hasta su requerimiento. Barbastro, quizás la ciudad más versátil de Aragón, es eminentemente literaria. Hace muchos años, un gran pintor me aseguraba que se sabe cómo se empieza un cuadro, pero luego es el lienzo transformado el que guía hasta su destino final... si es que alguna vez queda acabado. Tiene legítimo derecho Manuel Vilas a concebir Ordesa como una obra escrita por su ingenio, pero quizás el Barbastro profundo y el moderno le impusieron el marco. Igual sucede con mi amiga Inés Plana, que en Alquézar ha descubierto una inspiración para su tercera novela, pero, si antes mueren los que no aman, antes rematan quienes dejan sus dedos mecer por las musas de la colegiata. Idéntico sino el de Leonor Lalanne, que sueña, viaja y relata para elegir Guara, los viñedos y las calles. O José Manuel Surroca y su buceo en documentos que, como el 303, albergan un desenlace ignoto, quizás fatalidad, tal vez felicidad. O las quimeras de Alfonso Carrasquer.

Empiezo a creer que, en la atmósfera barbastrense, una legión de negros susurra. Y la creación fluye. O quizás es una seducción subjetiva. Lo acabaré descubriendo.