Opinión
Por
  • Javier García Antón

La película de Jesús

Festival de Cine de Huesca Jesús Bosque
Jesús Bosque, autor de Recuerdo
D.A.

LA PELÍCULA de Jesús es profunda. Tanto que queda discretamente detrás de las cámaras y, cuando se apresura a adelantarse, cede el protagonismo sin dudar un segundo. Es aristotélico, porque el maestro de los peripatéticos fue el gran predicador de la amistad y el amor sin interés, sólo por el hecho de practicar la virtud.

Jesús Bosque reestrenaba ayer en el Festival Internacional de Cine “Recuerdos”, el cortometraje en el que todo el equipo de Armugán intervino para dar fe de sus remembranzas para apoyar la causa de Alzheimer Huesca y este diario con el Otoño para el Recuerdo. Congregó Jesús a un elenco grande en su humildad, humilde en su grandeza, para que desnudaran su alma y la entregaran a todos a través de esos tesoros que son las vivencias, entre el cariño, la nostalgia, la frustración y el humor. Y la benefactora actividad otoñal recobró las hojas de la vida.

Jesús es la personificación de una simbiosis prodigiosa: el talento multidimensional del cine y el talante de la generosidad. Por eso, con Juanjo y Myriam, alumbran los videos de “Ya lucho yo por ti”, el arte como inclusión, el ingenio al servicio de la diversidad. Y por eso, curiosamente, rechaza encargos pecuniariamente apetitosos, porque él ya tiene su trabajo y practica una franciscana austeridad. En su desprendimiento, los cede a compañeros del audiovisual.

Jesús Bosque tiene un detector de necesidades. Es de esas personas que está presente antes de que se le requiera. Los imprescindibles que decía Brecht. Y, en su extraordinario currículo que levanta más la brillantez que la voz, rezan grandes aportaciones a la promoción de nuestra tierra como escenario del cine. Y es que, como escribió Nietzsche, la carne sedentaria es pecado contra el espíritu santo. La de Jesús es espiritual y discreta. l