Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Examen de coherencia sobre raíles

Participantes en la concentración en la estación de Grañén este domingo.
Participantes en la concentración en la estación de Grañén recientemente.
Raúl Rivarés

LA REIVINDICACIÓN de continuidad de los servicios ferroviarios de nuestra comunidad autónoma ha transitado ya hacia un punto de conflicto. Es como puede ser considerado un asunto en el que una de las partes da la callada por respuesta en un franco menosprecio institucional ante un gobierno, el de Aragón, que se ha mostrado con tanta lealtad que, de hecho, está sosteniendo unas frecuencias y unos emplazamientos de las estaciones que quedan en entredicho por unas circunstancias que en estos tiempos, y con los discursos imperantes, son anómalas. El Ministerio no puede meter la cabeza debajo del ala ante la reclamación de unas soluciones que terminen con un agravio y una asimetría: la diferencia de trato entre comunidades autónomas entre el esfuerzo de la aragonesa y la complacencia estatal con las vecinas.

Y, sin embargo, es de agradecer que la consejería de Vertebración del Territorio de Aragón incida en una nueva propuesta que pretende negociar las condiciones para que las ciudades y los pueblos con estaciones activas mantengan estas prestaciones para los viajeros. Sobre raíles va el vagón de la coherencia entre la prédica de valores como la lucha contra la despoblación, la sostenibilidad medioambiental, la apuesta por el modo ferroviario, y la práctica de una cierta sordera respecto a unas exigencias que semana tras semana son soportadas por usuarios que necesitan desplazarse a sus lugares de destino, sea por trabajo, por ocio o para alcanzar determinados servicios. De paso, más allá del pulso entre las administraciones, una compañía como Renfe que quizás pueda coadyuvar para desenredar el nudo gordiano contribuyendo con un reequilibrio entre las líneas rentables y aquellas cuya necesidad obedece al principio de vertebración del territorio. Se busca voluntad.