Opinión
Por
  • Javier García Antón

No sólo de pan se vive

Federico García Lorca
Federico García Lorca
S.E.

A FEDERICO le parafrasean muchos para buscar ventaja a sus argumentos. Y García Lorca era tan poliédrico que toda simplificación constituye un atentado a su memoria. El manuscrito de su Romance de la Luna Luna -“La luna vino a la fragua Con su polisón de nardos, El niño la mira, mira, El niño la está mirando”- ha sido vendido por 47.880 euros en una subasta en París. Se conserva ligeramente amarillento, con los dibujos en azul y rojo perfilados por el poeta.

Pensarán los materialistas que tal dispendio es una barbaridad, quizás ajenos a la utilidad de lo inútil del manifiesto que pregona Nuccio Ordine. Olvidan que, como defendió Foucault, las obras de arte no necesariamente han de ser tridimensionales, de piedra, tierra u óleo, porque el talento y la belleza trascienden su plasmación material.

Para entender su valor, podemos remontarnos a aquel memorable discurso del literato granadino en la inauguración de la biblioteca de su Fuente Vaqueros. “No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un vibro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan”. A García Lorca le apenaban las personas que quieren saber y no pueden, porque cuando el ser humano no goza de los frutos del espíritu se convierte “en máquinas al servicio del Estado, esclavos de una terrible organización social”. Si alguien no lo identifica con el presente, ha de acudir a Urgencias: la biblioteca.