Opinión
Por
  • Javier García Antón

¿Solo Sólo Fabiolo?

Rafa Maza Burgos

PARA QUE luego digan los destruye-tildes que la diacrítica es prescindible. Sólo Fabiolo nunca está solo. A mí, de hecho, me persigue y, en tal omnipresencia, me libera. No es un cómico, no -o sí-, sino un fabricante de dopamina, serotonina, endorfinas y todas las hormonas que nos suministran felicidad y placer. Un libro abierto como el de Mifflin el de La Librería Ambulante repleto de amor, de humor y de barcos que navegan por la noche. No me atrevo a asegurar como el personaje de Morley si nos salva vidas o nos las complica. Rafa Maza Polvorinos es mucho más que un humorista, incluso es mucho más que, Sólo, Fabiolo. Su número del Hipster constituye un derroche de talento, de fondo intelectual, de esfuerzo...

Pero Sólo Fabiolo, que no solo, ya es patrimonio cultural de España empezando por donde se debe, por Huesca, la cuna de la hiperrealidad con gafas polidimensionales para transportarse a más velocidad que todas las huestes de Harry Potter. Su padre guisó su personalidad y su madre la dibujó. Y, en la trascendencia, tomó su raqueta y engañó a todos con su voz de súper pijo, al socaire de la expresión de moda en redes sociales y escenarios, en auditorios y en la comunicación universal: ¡Qué pavo! La palabra del año 2021 que debiera declarar la RAE.

Y, sin embargo, no es humor blanco como el atuendo de tenista. Es surrealismo mágico y majico que comparten Rafa Nadal, Mikel Erentxun y otros admirables personajes, pero también esas “ordinarias” (la chanza embellece los exabruptos) de Burgos. Y es crítica velada a la superficialidad de una sociedad pava dispuesta a comprar cualquier mensaje cuando suena a exclusivo. La seducción de la frivolidad.