Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El más difícil todavía...

Por el centro de la capital oscense se han visto muchas mascarillas.
Por el centro de la capital oscense se siguen viendo muchas mascarillas.
PABLO SEGURA

CUANDO TODO parecía controlado, el proceso de vacunación adquiría ritmo de cierta fluidez (sin alharacas, que ya vamos camino de siete meses) y las cifras se iban aplanando suavemente, el final de curso ha venido a poner un punto de alarma en la sociedad que ya no disimulan las instituciones: están preocupadas. Las estadísticas de contagios por segmentos de edad son espeluznantes, tanto que podemos preguntarnos si era absolutamente imprevisible ese crecimiento exponencial. Esto es, si nadie era capaz de prever que los jóvenes, aliviada la tensión de los exámenes de la Evau, iban a aprovechar dentro de su condición la mayor apertura generalizada para juntarse y, además, desinhibirse que en la época covid implica sobre todo desprenderse de las mascarillas. No empece, por supuesto, para que los imprudentes sean realmente los responsables directos de sus insensateces, pero resulta francamente complicado concebir que nadie hubiera pensado que esto podría suceder. Hemos perdido, además, la observación de cuanto ocurre fuera de nuestras fronteras. La variante india viene amenazando desde hace semanas, con un comportamiento descriptible por expansivo, enormemente contagioso.

Bien es cierto que la situación del sistema sanitario difiere sustantivamente de las olas que nos llenaron de miedo y de muerte, pero también lo es que nos encaminamos hacia un nuevo paso atrás con el que no se había contado. Un retroceso que, salvo que aminore el proceso, conducirá hacia nuevas medidas dolorosas e indeseadas no en el plano de la prevención y de la sanidad, sino también de la economía con la limitación en determinadas actividades. Todos hemos de convencernos de que la tarea es universal y de que hay que rematar la faena. Como en el circo, es el más difícil todavía...