Opinión
Por
  • Javier García Antón

Sánchez, FSSR

Composición del Gobierno de Pedro Sánchez
Composición del Gobierno de Pedro Sánchez
Agencia EFE

FIEL SIEMPRE Sin Reblar, el presidente Sánchez ha respondido a las expectativas de la volubilidad que está caracterizándole durante toda la legislatura. Repetía inmisericordemente hace unas fechas que no es no y que estaba encantado con su gobierno. Quizás, quién sabe, haya leído El Príncipe de Maquiavelo y es consciente de la importancia del factor sorpresa que no sirve sólo para la guerra, sino fundamentalmente para conquistar y sostener el poder frente al enemigo y ante o contra los propios, que es de los que hay que cuidarse como sostenía Winston Churchill.

Los tiempos del plasma en los que las comparecencias no admiten preguntas (esto no lo ha inventado Sánchez) dan la razón al conde de Romanones cuando espetaba en sede parlamentaria (¡qué cursilada de expresión!) que es más fácil dogmatizar que discutir, más fácil vencer que convencer. Y, abatidos sus hasta hace dos días invencibles ministros y su gurú Redondo (¡equipazo!, llegó a decir), nos dejó ayunos más allá de la gratitud eterna de las razones por las que salen esos malotes (que han acreditado “temple”, como José Tomás) e incluso de las bondades de los que entran, más allá de media decena de lugares comunes como el compromiso social. Es como si tuviera prisa, lejos de aquellos sermones castristas del confinamiento.

Sí aventuró, de forma muy poco precisa, que el gobierno da un cambio intergeneracional (de 55 a 50 de media no hay una generación), es más paritario (del 53 al 63 % de mujeres es avanzar en la disparidad) y que incorpora experiencia municipal... maravilloso para dirigir ayuntamientos.

Lo que tampoco explicó es por qué el gobierno B (o A, lo que sea) se mantiene incólume. Va a ser que comen chuletón y por eso son muy, pero que muy buenos.