Opinión
Por
  • Javier García Antón

Mérito de trascender

Miles de personas se concentra en La Habana en un acto de apoyo a la Revolución organizado por el Gobierno cubano.
Camila Acosta informa para ABC de la situación en Cuba.
EFE

EN LA EDICIÓN actualizada de “Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo”, Pascual Serrano asegura que, diez años después de la inicial, se perpetúan elementos desinformativos como los filtros de motivación no periodística en la selección de las noticias, ausencia de contexto y antecedentes, un falso pluralismo, el etnocentrismo... E incide en que resulta fundamental que el lector aprenda a decodificar el sistema perverso que nos inunda. Traspasando esta aseveración a términos comunes, sostengo en cada charla en la que tengo el honor de disfrutar de audiencias diversas que la información es como todos los productos y servicios y, por tanto, exige aplicar prácticas de consumo responsable, salvo que aceptemos sumergirnos en un fraude que enriquezca al comitente y empobrezca al receptor.

Todos necesitamos nutrientes intelectuales para la crítica. Los lectores para reflexionar sobre los estímulos. Los periodistas para dar a nuestra labor un sentido más elevado. Me encantó la entrevista a Camila Acosta, la colaboradora de ABC en Cuba, recién salida de la cárcel tras 64 angustiosas horas. Su sencilla respuesta a la represión a la labor informativa: “Dios me puso ahí para contar lo que sucede”. Asaltada su dignidad, víctima de la injusticia en los penales que, en las dictaduras, son menos confortables que en las democracias, extrajo sus propias lecciones: la convivencia con las reclusas acalló las incomodidades de insectos y podredumbre. Es el valor de la trascendencia, el que debiera regir la existencia de todos y cada uno de nosotros, para auxiliarnos con su luz en las situaciones límites. El que debe alumbrar a los periodistas y los medios frente a intereses espurios. Difícil pese a que el camino está señalizado.