Opinión
Por
  • GARTÓN

Saquen sus manos del culo de los melones

El culo de los melones, una tentación sin resistencia
El culo de los melones, una tentación sin resistencia
S.E.

Ni el celtibero Alfredo Landa en sus películas sobre las suecas (Manolo la Nuit, by example) sentía tanta predilección por los traseros como las consumidoras, les consumidores y los consumidoros con el culito de los melones. Mi suegro enfermaba cada vez que acudíamos a un centro comercial y ahí estaban ellas y ellos, apretando a tope para comprobar si estaba maduro o “pepino”. Claro, a golpe de toquiteos, las nalgas de la cucurbitácea acaba cediendo (es ley de vida, nos pasa a todos) y ofrece la falsa impresión de que, ¡ahora sí!, está madurito. En realidad, le han procurado en su depresión un cierto punto de putridez que hará que, esté mejor o no, haya que deshacerse de esa zona y la aledaña, aquejada de cambio cromático -hacia peor-. Y, como en la vida misma, sobar la retaguardia del fruto no garantiza nada bueno. Con pesarlo es suficiente.