Opinión
Por
  • Enrique Serbeto

A veces las cosas son lo que parecen

Pedro Sánchez durante la entrevista en el canal MSNBC
Pedro Sánchez durante la entrevista en el canal MSNBC
EFE

Estoy leyendo propuestas desde diversos puntos de vista que hablan de la destrucción de un monumento religioso de grandes dimensiones. Ya sé que todo el mundo habrá recordado cómo los talibanes afganos volaron las estatuas de Buda en Bamiyan a cañonazos, aunque yo me refería a la propuesta que suena por ahí para derribar la cruz del Valle de los Caídos. Tiene eso que ver con el debate sobre una ley en la que se determina cual es la interpretación correcta de la historia y sobre todo se establece legalmente qué cosas no se puede decir o escribir respecto a hechos pasados. Aunque pueda parecer una equivocación, no estaba señalando a la norma que ha aprobado en Moscú un personaje tan poco democrático como Vladimir Putin, que prohíbe a los historiadores hablar mal de Stalin o decir que la tiranía comunista podría compararse en términos de opresión y crueldad con el nazismo. También he estado leyendo innumerables teorías escritas con la mayor de las solemnidades según las cuales la capacidad del Gobierno para transformar el país a su gusto se está viendo boicoteada por la casta que forman los jueces, a los que consideran vinculados a un régimen opresivo y caducado por lo que creen necesario desacreditarlos y castigar a los que no se someten. Y no estoy refiriéndome en este caso al Gobierno polaco, que por hacerlo está siendo sometido a toda una batería de sanciones y reprobaciones –bien merecidas, por cierto.

Es decir que si usted se escandalizó por la barbaridad incalificable que perpetraron los talibanes en ese valle que encerraba una parte de la historia de Afganistán, si cree que Putin es un autócrata que se empeña en que escriban la historia solo dentro de los márgenes que a él le convienen políticamente, en lugar de proteger la libertad de los historiadores para interpretarla, o si le parece rechazable que esa banda de nacionalpopulistas que detentan el Gobierno polaco esté destruyendo la democracia en aquel país al debilitar la necesaria separación de poderes, no tendrá ninguna dificultad para entender por qué creo que deberíamos juzgar la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez con un poco más de atención y alarma.

Otra observación. Mi experiencia me dice que los gobiernos que se pasan el tiempo culpando de todo a la oposición son siempre las dictaduras. El régimen cubano es un buen ejemplo de ello: mantiene al país postrado en la miseria moral y material pero después de sesenta años los herederos de los Castro aún no están dispuestos a asumir que algo de responsabilidad pueden tener ellos con su desastrosa política. La descalificación permanente de cualquier alternativa sirve para difuminar la crítica a la gestión propia y además convierte a cualquier otra opción ideológica en un enemigo indeseable, lo que acaba justificando su persecución. Este es otro elemento que les dará una pista sobre lo que yo considero que es una peligrosísima tendencia del Gobierno de Pedro Sánchez y de sus defensores y no precisamente por su inexplicable obstinación en no querer definir a Cuba como una dictadura. No entro en calificar ni en lo bueno ni en lo malo a la oposición española, allá cada cual con la idea que tenga de los partidos a los que quiera definir como oposición, pero lo que a mí me interesa es que este ha sido el primer gobierno que he conocido en España que ha llevado el criterio de criminalizar a otra fuerza política con nombre y apellidos a las páginas del BOE, donde por cierto esta barbaridad quedará para siempre de modo que los historiadores del futuro tendrán constancia indudable de ello y podrán sacar las consecuencias que consideren, en caso de que no se les aplique ninguna ley que determine cual es la verdad y cual no. Los periodistas debemos ser más críticos con el poder, y acepto que la crítica puede ser positiva si así se considera, que con la alternativa que representa la oposición. Pero si los intelectuales que quieren apoyar a Sánchez tienen que apuntar al Partido Popular es que este Gobierno de momento tiene pocas cosas de las que presumir. Y probablemente por eso uno y otros están todo el día buscando enemigos imaginarios o fantasmas que revivir o que desenterrar. Se empeñan en construir un relato políticamente correcto de la historia pasada y archivada cuando no son capaces de definir correctamente los problemas del presente y dentro de la coalición de gobierno se están boicoteando unos a otros de forma obscena en la gestión de los asuntos que deberían definir el futuro de nuestra economía. No me puedo imaginar un gobierno normal en el que no hubiera tenido consecuencias inmediatas una actitud como la de Yolanda Díaz, que desmintió públicamente todo lo que el presidente del Gobierno decía que estaba tratando de transmitir a los inversores a los que fue a visitar en Estados Unidos. Claro que tampoco me imaginaba que un día el presidente del Gobierno de mi país fuera de viaje oficial (porque no era privado) a Estados Unidos y no le recibiría ningún responsable relevante. Hasta ahora –volviendo a las comparaciones del principio- eso solo le pasaba a un tal Puigdemont hasta cuando era de verdad presidente de la Generalitat. Es decir, tampoco me imagino que ningún otro gobernante europeo hubiera asumido semejante vergüenza con la impudicia con la que lo hace Sánchez. Pero así es.