Opinión
Por
  • Félix Rodríguez Prendes

Amor con amor se paga

La Catedral de Jaca podrá acoger a 90 personas
La Catedral de Jaca.
S.E.

Como se decía en castellano antiguo, estamos viviendo un mes cumplido. Empezamos la semana con Santa Teresita del Niño Jesús, y vamos a seguir, si Dios quiere, nada menos que celebrando a San Francisco de Asís y eso sin olvidar a los Ángeles Custodios, la Virgen del Rosario, el Pilar y Santa Teresa de Jesús. Hemos celebrado también recientemente el aniversario de la beatificación de Álvaro del Portillo.

De D. Álvaro destacaríamos su fidelidad. Toda su vida se caracterizó por esa virtud; fue siempre fiel a la Iglesia, al Santo Padre y a la Obra de Dios, siempre con el oído atento a lo que la Iglesia, a través del Papa, le pedía, cambiando planes que habían llevado mucho trabajo programar ante la insinuación del Papa de que le gustaría que en ese momento se hiciera otra cosa. Solo se puede ser fiel hasta el extremo cuando se ama hasta el extremo. Su objetivo, expresado en su lema episcopal, que había sido la jaculatoria preferida de San Josemaría, era Regnare Christus volumus, (Queremos que Cristo reine) y a eso dedicó toda su vida, propiciando la extensión del Opus Dei por todo el mundo

Santa Teresita, enamorada del Señor, llena del Espíritu Santo, desde la humildad de su pequeño y pobre convento fue capaz de hacernos llegar el misterio fundamental que es la realidad del Evangelio y que ya el Señor nos había enseñado, Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos. La primera consecuencia es querer ser como niños, necesitados de ayuda y de cuidado. Comprender y asimilar plenamente esto comporta un cambio radical en la vida porque esa manifestación de fe nos lleva a vivir en la esperanza de la salvación, en la seguridad de que nuestro Padre se preocupa de nosotros y en todo momento nos ayuda, como cualquier padre a su hijo; por nuestra parte la correspondencia no puede ser otra que el amor porque “Amor con amor se paga”. Lo que aparentemente resalta más de San Francisco es su desprendimiento de todo, su pobreza absoluta, pero por debajo de este sentimiento y de este ideal late algo todavía más profundo: su amor a Jesucristo, tanto que llega identificarse con El. Era testigo, como lo sería ahora, de que “El Amor no es amado” que repetía continuamente y esto le lleva a querer vivir el Evangelio hasta el límite y en unos tiempos en que la Iglesia que estaba minada por corruptelas y un sin fin de heterodoxias él mostró, como D. Alvaro, un inquebrantable amor a la Iglesia y absoluta fidelidad al Santo Padre.

Santa Teresa fue una mujer adelantada a su tiempo, haciendo cosas imposibles para una mujer del siglo XVI. Fundadora de conventos, viajera incansable, magistral escritora. Considerada cumbre de la mística experimental cristiana- Tan unida al Señor y tan entregada que una de sus más famosas poesías termina diciendo “Solo Dios basta”. En 2022 se cumplen cuatrocientos años de su canonización- Fue la primera mujer declarada doctora de la Iglesia (Pablo VI 1970)

Estos cuatro santos ejemplo están convencidos, como San. Pablo, de que Cristo es absolutamente original. Otros hombres a lo largo de la historia han influido en el devenir de la humanidad hasta el punto de que no se puede prescindir de ellos para comprender nuestro tiempo: grandes filósofos, como Platón, profetas como Mahoma o moralistas como Buda, pero solo Cristo es mediador entre Dios y los hombres porque El es Dios hecho hombre. No se confunde, por eso, lo divino con lo humano, prevalece lo divino; pero también es hombre verdadero, y eso nos permite a nosotros llamar Padre a Dios. Los musulmanes que parten del mismo padre Abrahan que nosotros y para quienes Jesús es el segundo profeta del Islam, se consideran esclavos de Alá, porque el Coran es solo un catálogo de disciplina religiosa, en ningún sitio se habla de la paternidad de Dios. Buda acierta cuando no ve que a través de la creación se llegue a la salvación pero eso no significa que lo creado no tenga valor para el hombre. Sin embargo, Dios, nuestro Dios, ve que todo lo creado es bueno y especialmente el hombre que lo ha sido a su imagen, hasta tal punto de que su Hijo, se encarna, se hace hombre y tan es así que a través de la Resurrección, que es una nueva Creación, se produce el reencuentro de Dios con todo lo creado. De forma que, como dice San Pablo,“Dios será todo en todos” (1 Co 15,28).