Opinión
Por
  • Enrique Serbeto

Los últimos presupuestos de Sánchez

Pedro Sánchez clausuró el 40 Congreso Federal del PSOE celebrado en Valencia.
Pedro Sánchez en el 40 Congreso Federal del PSOE celebrado en Valencia.
Efe

El Gobierno dice que ya ha pactado los presupuestos con Bildu y Esquerra Republicana, que son fuerzas políticas que representan lo más lejos que se puede llegar en la tarea de intentar destruir lo que ellos llaman Estado Español, sin arriesgarse a que te metan en chirona o que te metan pero te indulten. Estos socios del Gobierno ni lo ocultan ni se avergüenzan de ello. Al revés, se jactan continuamente de que su principal objetivo sigue siendo pulverizar todo lo que mantiene unidos a los españoles y reiteran a las claras que siguen apoyando a Sánchez solo porque saben que con ningún otro presidente -habido o por haber- van a tener tantas posibilidades de seguir demoliendo el sistema constitucional. El PNV no es menos en materia de extorsión al Estado, pero han logrado una posición desde la que se permiten chantajear a diestra y a siniestra (sobre todo a siniestra) disfrazados de moderados agentes políticos cuando en realidad ya se sabe que también son unos vampiros oportunistas. Y no hablo de Podemos, porque con el espectáculo que nos han dado a cuenta de los malabares con la reforma laboral “transderogada” -nada por aquí, nada por allá- ya se ha visto claramente de qué son capaces cuando unos y otra imitan a los trileros.

Con estos socios venenosos ha decidido Sánchez diseñar los presupuestos generales del Estado. ¿Qué puede salir mal? Alguien dirá que en el fondo las cuentas son buenas y que lo demás son detalles menores. Mi opinión vale lo que vale pero nadie me ha explicado cómo se cuadran los datos que tenemos sobre las previsiones de crecimiento, que no se parecen en nada a las que ha usado el Gobierno para calcularlos, o con la tormenta de inflación que tenemos encima y que tendrá sin duda efectos devastadores brillantemente ignorados. En cuanto a si lo demás son detalles menores, en realidad, la principal característica de estas cuentas públicas no tiene que ver con la economía, sino con la idea de que con su aprobación se le ofrece a Pedro Sánchez una muleta para todo lo que queda de la legislatura. Él lo sabe y sus socios también de modo que lo más probable es que una vez sustanciado este trámite se va a romper todo ese conglomerado Frankenstein porque la parte socialista del Gobierno no los necesitará y sus hasta ahora socios lo que necesitan son dos años de campaña electoral intensiva, con la idea clara de que cuanto peor vayan las cosas en España es mejor para ellos y sus planes desestabilizadores. Veo dudas en Bildu, porque ese “terrorista de paz” que se llama Otegui ha dicho que igual prefieren dos legislaturas para seguir avanzando en lo suyo, pero los demás demagogos del chantaje nacionalista y de la juerga radical de los podemos-mas-pais-confluencias-varias-y-lo-que-cuelga quieren volver al monte cuanto antes, porque lo que tienen en la cabeza -y no lo niegan- es desestabilizar al país y volver a movilizar a lo que ellos creen que son las masas de votantes que les reprochan haberse vendido al sistema.

Es tan evidente que esto es lo que están pensando que los chantajistas ni siquiera se han molestado en pedir cosas muy difíciles a cambio de votar que sí a los presupuestos, porque lo que más les interesa es lo que viene. Es muy difícil de digerir, pero esa es la realidad: Sánchez ha fiado su destino a la voluntad de los mayores enemigos de España, a pesar de que estos llevan escrito en la frente cuál es su objetivo de verdad. En vez de aprovechar la oportunidad histórica que se nos brinda para actualizar la estructura de la economía española, la aprobación de los presupuestos será el inicio de dos años de campaña electoral desenfrenada, todos contra todos, durante los que ya no habrá piedad para nadie.

Hasta en el Partido Popular se han dado cuenta de lo que viene y por ello se están batiendo en duelo a muerte Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en una maniobra que nadie entiende a pesar de que en mi opinión va más allá de lo que se cuenta. Se pegan porque saben que aquel que sea el candidato alternativo a Sánchez ganará seguro las próximas elecciones, teniendo en cuenta el irreparable desgaste de la reputación del actual presidente del Gobierno. La economía empieza a no ir bien, con inflación que durará más allá de cuando se estabilice el precio de la luz, con las reformas sin hacer, Sánchez lo tiene todo fiado a los fondos europeos para comprar votos, que es algo que ya no funciona. Ahora a los votantes del PP les resulta extraño ver como se despellejan sus dos principales figuras cuando sería más sensato que se mostrasen en una actitud más colaborativa aunque me imagino que ambos dan por hecho que dentro de dos años ya nadie se acordará de esta lucha fratricida. Si Ayuso no quisiera ser presidenta del Gobierno -que sería la primera mujer- ya habría aparcado hace tiempo esta historia del congreso del Partido de Madrid. Y si Casado no temiera que en realidad su compañera de partido quiere su puesto, ya le habría concedido todo lo que pide. Los dos están tan convencidos de que lo de Sánchez ya no tiene remedio y los dos quieren ser el que vuelva a cambiar el colchón en La Moncloa. A ver cómo está el país para entonces.