Opinión
Por
  • Laura Alíns Rami

La inmigración, con otra mirada

Inmigrantes en la playa de Tarajal el pasado mes de julio
Inmigrantes en la playa de Tarajal el pasado mes de julio
Efe

El cardenal Robert Sarah, en su obra “Se hace tarde y anochece”, reflexiona sobre el fenómeno de la inmigración. Me gustaría trasladar a la observación del lector algunas de sus consideraciones, que van más allá de cuanto promueven los medios de comunicación y las instituciones.

1. La inmigración, alentada por la globalización separa al hombre de sus raíces, religión, cultura, historia, costumbres, antepasados, familia. El inmigrante se convierte en un apátrida, sin país y sin tierra, sin vínculos y sin raíces.

En muchos casos el hambre, la violencia, la guerra empuja a muchos a dejar su país y arriesgar su vida para llegar a Europa. Pero muchos jóvenes no llegan por estos motivos, ni son refugiados. A todos se les engaña mostrándoles una Europa convertida en un paraíso terrenal ficticio. Numerosas ONGs recorren África promoviendo la huida de jóvenes, engañados con la promesa de una vida mejor.

2. Por otro lado: ¿Es admisible que haya países que se priven de tantos hijos?; ¿cómo van a desarrollarse? Además, los gobiernos occidentales no presentan proyectos para la reconstrucción y apoyo a estos países, in situ (lo que demuestra su falta de interés real por ellos). La única solución a largo plazo es el desarrollo económico de África y el respeto a su identidad, no la explotación de sus recursos naturales y humanos ni la imposición de sistemas políticos europeos.

3. En muchas ocasiones la muerte (ahogados en el Mediterráneo), la explotación, la soledad, el abandono, el desempleo…son su verdadero destino. Un hombre sin trabajo no puede realizarse plenamente.

4. Las redes mafiosas de traficantes de personas son impunes y están protegidas por los gobiernos. El General Gomart, director del servicio de información militar francés explicaba: “la invasión de Europa por parte de los emigrantes está programada y dirigida…Las autoridades militares y civiles francesas conocen todo el tráfico emigratorio en el Mediterráneo”. Conocen cómo las mafias preparan sus salidas e imponen a los migrantes un trayecto fijado hasta el detalle. Antes de zarpar los traficantes llaman al centro de coordinación italiano de socorro marítimo para que los barcos europeos puedan recoger en el mar los flujos migratorios, trasladarlos a puerto y evitar que se ahoguen en costas africanas. Los países receptores cierran los ojos. Se sabe todo, se alienta todo.

5. ¿No debería Europa acoger sólo a aquéllas personas, que tenga capacidad de tratar de acuerdo a su dignidad?  ¿No debería disponer para ellas de un proyecto y una financiación, ofrecerles una vida digna (no una paga de 500 €), trabajo y vida familiar estable?. Lo contrario es una tremenda irresponsabilidad. Es una vergüenza para Europa ofrecer hospitalidad a los migrantes, para luego hacinarlos y abandonarlos a su suerte.

Para reflexionar.