Opinión
Por
  • Antonio Naval Mas

Una de dos

Exterior del inmueble.
Exterior del inmueble.
A. H.

La reapertura, con ampliación y subida de nivel del Museo Diocesano Barbastro-Monzón, no agota el tema pensando que, por fin, es un deseado final. Invita a seguir adelante y, desde mi manera de ver las cosas, a replantear y sacar consecuencias a las tres diócesis del Alto Aragón. Los Museos Diocesanos de las tres diócesis ofrecen ahora un panorama de conjunto muy significativo de la fecundidad y creación artística de las generaciones que nos precedieron en su sencillo devenir diario y en un ámbito social que no podía ser más que el de creyentes. Los tres museos presentan una panorámica de obras, sobre todo medievales pero también del renacimiento, completa y expresiva. El de Huesca, por su parte, ofrecería un muy destacado conjunto de obra barroca, sobre todo en pintura, que lo colocaría por encima de todos los demás diocesanos aragoneses y en primera línea de todos los de la región, si no tuviera las piezas deteriorándose en el almacén. A la inigualable riqueza de naturaleza y paisaje de la que somos afortunados, se añade todas las muestras artísticas del sentir, creer y vivir, de los que han habitado en este paisaje y en esta tierras, el Alto Aragón.

A esto hay que añadir que las dificultades de gestión para los tres museos van a incrementarse exponencialmente, dadas las sensibilidades que se echan encima y los que siempre serán escasos recursos propios. Frente a estas dos referencias, de concepto y económica, se impone incrementar la unificación de objetivos y coordinar la coordinación, de todo, pero en este caso de los tres museos. En una España que en educación y formación de las próximas generaciones se pretende ignorar su historia, y en una sociedad donde los nuevos redentores abogan por considerar irrelevante e incluso superado el componente cristiano como parte de su identidad, una visión clara y práctica de los gestores y directores de los tres museos, en la insoslayable dependencia de sus obispos esta urgiendo nuevas miras y otra gestión.

El Obispo Pérez ha puesto de manifiesto fecundidad de ideas, decisión en la acción, y empuje hasta el riesgo. Está consolidando la línea de coordinación con la administración civil, que, en este logro, ha beneficiado manifiestamente a Barbastro-Monzón. Debe ser un referente para Huesca y Jaca, más, ante sus carencia de iniciativas, incluso dando al de Barbastro un papel más destacado en la deriva común. Ofreció la posibilidad de caminar en esta dirección de coordinación de museos y no obtuvo ni un gesto de consideración por parte de Huesca y Jaca. Es imperativo que los museos sean el soporte de un mensaje claro y coordinado, excluido el adoctrinamiento e incluso la catequización absorbente que pertenece a otros ámbitos, pero sí el de ser conciencia y estímulo de una parte de la irrenunciable identidad española. Ello debe traducirse hasta en la coordinación de los guías, cosa que no sucede en Huesca. Los tres Museos y las tres diócesis deben abrirse a otra forma de mantenimiento y cooperación, incluida la irrenunciable participación de la administración civil. Ir por delante es determinante.

Clarificado el posicionamiento y el camino a seguir, pero para ello hay que querer clarificarlo, no se puede seguir soslayando actuaciones conjuntas y prácticas comunes. El obispo Pérez ofreció el bosquejo de algo que es susceptible de desarrollo. Práctico para todos podría resultar el concretar algo así como un bono-abono conjunto, al menos para los tres museos, válido en todo el Alto Aragón, temporalmente para varias estaciones climáticas, que aproveche los viajes a esta atractiva tierra, estimulando también las visitas al patrimonio religioso. Hasta debe pensarse que ese bono podría encontrar y coordinar la facilidad, que a su vez sería incremento económico, en restaurantes, comercio, al menos algunos, y aparcamientos para quienes mostraran ese bono.

El coordinar y hacer presente el historial específico y fecundo de este país, muy relevante y sobresaliente en el mundo occidental del que hemos sido referencia, contrarrestando su estrangulamiento y manipulación, como sin pudor se está haciendo, es otro tema, no menor, a plantear conjuntamente, incluso como compromiso de creyentes.

La administración del clero ya es consciente de su situación agónica y del intencionado cambio de recorrido por parte de los nuevos iluminados de la sociedad española: vuelvo a insistir en ello, otra desamortización se avecina y el propio clero quedara como maniquíes en parques temáticos, si no aparecen líderes religiosos con ideas, capacidad y voluntad de asumir el futuro. 

Antonio Naval Mas es historiador y exdirector del Museo Diocesano de Huesca