Opinión
Por
  • Gemma Allué

Luis Felipe y la zanahoria

Luis Felipe, alcalde de Huesca.
Luis Felipe, alcalde de Huesca.
Pablo Segura

EN LOS tres años de mandato de Luis Felipe, desde que ganó la alcaldía mediante un “espontáneo” juego de manos, su gestión se ha resumido con una frase: solo acierta cuando rectifica. Hasta la fecha, el alcalde de Huesca se ha hecho un hueco en la historia municipal con el ingenioso sistema de tomar primero una decisión equivocada, esperar pacientemente el efecto que provoca y recular para volver al punto de partida. El punto de partida, por supuesto, era la opinión del Partido Popular. Debo aclarar de inmediato que esa frase, que parece un acto de vanidad, tiene una explicación mucho más sencilla: los concejales populares somos oscenses normales que conocen la realidad de Huesca. Así que voy a extender ese punto de partida a todos los vecinos que observan atónitos la fantasía infantil que vive Luis Felipe y nos trasladan sus argumentos. 

El alcalde ignora que no es especialmente difícil defender o tomar la decisión correcta cuando se escucha a la sociedad. Si algo ha caracterizado su gestión (o, mejor dicho, su carencia) es el pánico que le produce reunirse con colectivos de cualquier tipo. El sistema correcto, que está avalado por décadas de democracia y convivencia, consiste en detectar una situación específica, escuchar a los especialistas y los afectados y tomar la decisión correcta. La compleja técnica de Luis Felipe es, ni más ni menos, la contraria: no escuchar a nadie, tomar una decisión equivocada, provocar un problema y cambiar de opinión en un intento de solucionarlo. Y así, el alcalde solo acierta cuando rectifica.

Tres años de soledad más tarde, el alcalde ha añadido una segunda estrategia. ¿Para qué tener ideas o iniciativas de cualquier tipo cuando se las pueden dictar otros? ¿Merece la pena tener una agenda propia si otros se la dan ya escrita? Admito que es más funcional no hacer absolutamente nada y esperar a que alguien le explique qué hay que hacer, con quién, cómo y cuándo. Es indiscutible que se ahorra el tiempo necesario para provocar problemas con decisiones equivocadas y recular después del susto.

Hace unos días desafié a Luis Felipe, muy dado a posar inaugurando baldosas, a que mostrara públicamente todas las fotos que se ha hecho en los últimos tres años en compañía de asociaciones, vecinos o colectivos de toda índole. Ahora añado un segundo reto: repasar la hemeroteca de los últimos meses y comprobar cuántas veces el Grupo Municipal del PP ha hecho una propuesta y cuánto ha tardado Luis Felipe en cumplir al pie de la letra las instrucciones. Si los populares proponemos A, el alcalde hará A en cuestión de horas y, cómo no, hará acto seguido declaraciones muy solemnes. El único requisito para que haga lo correcto es mostrarle la zanahoria.

¿El PP anuncia contactos con el gremio del taxi? El alcalde hace lo propio en horas. El Grupo Popular soluciona los problemas del traslado de Os Casaus y Luis Felipe lo anuncia al instante como su gran aportación de sensatez. El 29 de marzo, el PP urge a Luis Felipe a captar la empresa Raven, que podría suponer la creación de muchos puestos de trabajo. Exactamente siete días después, Luis Felipe reflexiona en los medios y afirma que -¡sorpresa!- Huesca debería captar la empresa Raven. Y así ha sucedido con la reivindicación del Instituto de Innovación Gastronómica, el transporte público al Centro de Salud de Los Olivos, todas las iniciativas del Centro de Salud del Perpetuo Socorro, el calvario de los estudiantes del Pirámide… Todos esos impulsos o esas demandas, que Luis Felipe ha enarbolado como hitos de su gestión, tienen algo en común: todos fueron anunciados o reclamados por el PP días antes, cuando no pocas horas.

Hay varias explicaciones posibles de esa desidia. Es muy probable, y tal vez lo más realista, que el alcalde, sencillamente, esté aburrido; que sea consciente de que el PSOE le ha colocado en el único lugar donde puede encajar siempre que no moleste. En ese caso, ¿qué sucede en las últimas semanas? ¿Estamos ante una reconciliación del alcalde con la realidad? Por supuesto, pero no con la realidad oscense: la verdad insoslayable que entiende Luis Felipe, o tal vez sus gurús, es que queda un año para las próximas elecciones municipales. Que no importa quién le escriba el guion con tal de no trasladar su hastío a los votantes. Después de tres años tomando el sol en su silla de enea a las puertas del Ayuntamiento, viendo pasar los problemas o las oportunidades, el alcalde de Huesca ha recordado que tiene una ciudad que gobernar. Bueno, no exactamente: que solo le queda un año para fingir que puede. Tampoco es tan agotador: basta con seguir las indicaciones del Grupo Popular de Huesca, que solo se debe a los oscenses.

Gemma Allué es la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Huesca