Opinión
Por
  • Carlos García Martínez

Los que no quieren el atajo de Turuñana o prefieren olvidarlo

Llegada del Canfranero a la estación intermodal de Huesca.
Llegada del Canfranero a la estación intermodal de Huesca.
Pablo Segura

POR CADA vez que mis lectores hayan leído o visto en los medios reclamaciones tan importantes y prioritarias para nuestras comunicaciones pirenaicas como la modernización de los últimos kilómetros de la carretera francesa de acceso al túnel fronterizo, reabrir el atajo de Turuñana o construir un túnel ferroviario a baja cota bajo el Somport, ¿cuántos cientos de veces habrán visto o leído reclamar la restitución del trayecto del Viejo Canfranero?

La crónica de los que no quieren el atajo da para muchos folios, pero para evidenciar la veracidad de los hechos pueden bastar unas pocas citas comprobables. Una, de 1948 en “Les Guides Bleus”, ayuda a comprender la historia de la línea del Canfranero: “De Jaca a Zaragoza hay, por ferrocarril, 185 kilómetros por Huesca. Tres horas de Jaca a Huesca, una hora y cuarenta y cinco minutos de Huesca a Zaragoza y la parada en Huesca. Hay 149 kilómetros por la línea directa, pero no hay trenes directos”. Llamo la atención sobre la fecha, ya que ese año aún existía el puente francés y a pesar de existir el atajo de Turuñana, no había trenes directos. ¿Por qué sería? Seguramente por parecidos motivos a los que propiciaron su cierre y se pronunciaron descaradamente después contra su recuperación. Lean. En 1978, el Instituto de Estudios Altoaragoneses tomó el siguiente acuerdo: “La persistente campaña para revitalizar el ramal Zuera-Turuñana... obliga a llamar la atención de la opinión pública. El ramal es un viejo error motivado no por ahorrar unos kilómetros, sino por el afán de aislar a una ciudad y una comarca. Al ferrocarril de Canfranc se le defiende creando riqueza en las comarcas y no oponiéndose a la industrialización ni olvidando establecer facultades y escuelas universitarias en Huesca... o a la construcción del canal de la Sotonera o el del Alcanadre. ¡Qué cantidad de barbaridades y qué prepotencia!

En un pleno de la DPH del mismo año se hizo constar que la Diputación no estaba de acuerdo con la reapertura de la línea del Canfranc por Turuñana. El presidente, Saturnino Arguís dijo que no admitiría nunca que dicha línea se restableciese.

En 2001, un oscense habitual en la sección de opinión de este periódico, escribía: “En estos días de nuevo ha comparecido ante la opinión pública el ‘Fantasma de Turuñana’, esa vieja amenaza que ampara la rehabilitación de la línea férrea Zuera-Canfranc a través de los llanos (precisamente) de La Violada bajo pretexto de rebajar la duración de ese viaje soslayando su tránsito por Huesca” (aseveración falsa, ya que desde Ayerbe y Turuñana se mantenía al mismo nivel la línea hacia Huesca). La misma persona había escrito cuatro años antes: “Quiérase o no, nuestra línea internacional difícilmente recuperará el auge que tuvo cuando era camino de Madrid a Zaragoza y seguía por Turuñana a Canfranc y París

El representante de una de las asociaciones creadas para reclamar la reapertura del Viejo Canfranero, decía, en 2012: “...el atajo de Turuñana fue una exigencia francesa y se clausuró poco después del cierre de la línea en Francia. La necesidad del ramal se dejará sentir en cuanto se reabra el Canfranc” (se dijo, aunque más bien sería a la inversa). ”Se trata de una alternativa muy barata entre Zaragoza y el Pirineo”. Eso estuvo bien dicho, pero esas asociaciones llevan decenios reivindicando el Viejo Canfranero sin citar apenas la necesidad del atajo y olvidando reclamar el túnel a baja cota, medidas inevitables para una línea europea.

“Ferropedia, la Enciclopedia del Ferrocarril” afirmaba, en 2013: “Esta línea nunca fue bien vista por las autoridades de la capital, que se confundían con las de la provincia”. Cuando tratemos de las comunicaciones carreteras -véase cómo está el puente sobre el pantano de La Peña y su acceso desde el sur- se repetirá la historia.