Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Un aeropuerto sin uso

Interior del aeropuerto de Huesca.
Interior del aeropuerto de Huesca.
Pablo Segura

EL AEROPUERTO de Huesca sigue sin tener vuelos y, por tanto, pasajeros. Y lo peor es que es un problema que arrastra desde su inauguración. El siglo comenzó con el sueño de crear una infraestructura por la que llegaran a pasar miles de pasajeros tanto en vuelos regulares como chárter, pero nunca se alcanzó. El aeropuerto se creó y durante unas temporadas la compañía altoaragonesa Pyrenair organizó vuelos para atraer esquiadores. No parecía mala solución, porque para entonces había quedado claro que las cifras del plan inicial eran inalcanzables.

Pero ese sueño también acabó. Desde el Gobierno abogaban por la formación de pilotos, de la que hubo dos experiencias. La primera fue Top-Fly para formar a pilotos chinos y la segunda Airways Aviation, pero ninguna continúa a día de hoy, y la última cerró en 2020. Además hubo otro intento con una escuela de drones, Escuadrones, y un almacén de Zorex Aviation, una compañía de mantenimiento de aeronaves.

El aeropuerto de Huesca supuso también el fin del vuelo sin motor, la vinculación histórica de la ciudad con la aeronáutica. Si bien no fue automático, los requisitos de un aeropuerto comercial suponían muchas limitaciones para la práctica deportiva. Por ello, y aunque inicialmente se intentaron buscar soluciones, los miembros del Club Nimbus abandonaron las instalaciones y se ubicaron en el aeródromo de Santa Cilia, de titularidad autonómica. Las escuelas de pilotos sacaron durante años al aeropuerto de Huesca de las últimas posiciones del ranking de operaciones de la red de Aena. Pero ahora, ni eso. El aeropuerto oscense sigue sin despegar, la diferencia es que ya no se habla tanto porque la sociedad se ha acostumbrado.