Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La escuela rural

Voluntarios de Cruz Roja de Biescas visitaron la escuela el curso pasado para explicar su voluntariado.
Voluntarios de Cruz Roja de Biescas visitaron la escuela el curso pasado para explicar su voluntariado.
S. E.

LA ESCUELA de Senegüé busca más alumnos. En esta ocasión, no es para salvarla del cierre como sucedió el anterior curso escolar, sino para ofrecer una escuela rural con una pedagogía singular que ya ha demostrado buenos resultados. El pasado curso estaba sentenciado si no había suficientes alumnos para mantenerlo abierto y se alcanzaron los ocho, gracias a familias incluso de otras localidades que apostaron por el modelo educativo. De hecho, desde Villanúa, Sabiñánigo o Cartirana hay padres que los han llevado a diario solo por el tipo de enseñanza.

Fue la maestra Virginia Blanco la que inició este proyecto educativo y, de hecho, gran parte del éxito de aumento de alumnado que tuvo el año pasado fue porque familias que conocían su manera de trabajar quisieron seguirla. En este curso, el paso de dos alumnos al instituto ha hecho que se quedara solo con seis, número suficiente para la continuidad. Sin embargo, muchos más podrían educarse con este modelo que difiere de la enseñanza tradicional y que la propia maestra define como un híbrido de este y de la escuela natural, sin olvidar la parte digital. Los alumnos quedaron finalistas en la fase nacional de un concurso de robótica, por ejemplo.

La escuela de Senegüé es un ejemplo de cómo influye la labor de una maestra comprometida con su profesión y de cómo la escuela rural puede estar a la vanguardia de los modelos educativos. La convivencia de alumnos de diversas edades puede convertirse también en una ventaja educativa. Aunque a veces los servicios complementarios, como comedor o madrugadores, condicionan la elección, en este caso también se va a mejorar. Es un ejemplo que pone en valor la escuela rural.