Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Un duro año

Termina 2022.
Termina 2022.
S.E.

Llega el fin de año, ese momento en el que el pensamiento va y vuelve entre el repaso al tiempo que se fue y los deseos para ese 2023 que comienza. Después de la pandemia del coronavirus, con la que asistimos a situaciones mundiales inesperadas e inéditas, y cuando todavía colea, el 2022 aún aguardaba más desastres con la guerra de Ucrania, una crisis energética sin precedentes y una inflación disparada. Nada de esto se acabará cuando suenen las campanadas y, con ello, habrá que lidiar el próximo año para sortear los envites de una globalización que ha sacudido al mundo.

Con la sostenibilidad como reto, que es más una necesidad para la supervivencia que una cuestión de valores, se plantean proyectos en el ámbito local, también -no nos engañemos- para conseguir dinero de Europa. De este modo, se plantean mejoras en la movilidad de las ciudades para reducir emisiones, en edificios públicos para el ahorro energético, en pequeños núcleos a los que es más complicado que lleguen los recursos... Los ayuntamientos de la provincia tienen sobre la mesa proyectos en esta línea, en un momento en el que es vital presentar ideas cuando la cuenta atrás para las elecciones municipales y autonómicas se acelerará con las campanadas.

En esa mirada atrás no se pueden olvidar los problemas de las familias por el incremento de los precios; la dificultad para acceder a una vivienda en una provincia que, aunque ha aumentado en habitantes, sigue con problemas de despoblación; la situación del sector agroalimentario agravada por la sequía; o la necesidad de atraer empresas, por ejemplo. Todo ello se tiene que convertir en propósitos del Año Nuevo. Seguro que la cita de mayo ayuda a que se cumplen.