Opinión
Por
  • José Ángel Hierro Jarne

Hacia un futuro cierto

Proyecto de unión de estaciones de esquí y montaña de nuestro Pirineo aragonés,
Proyecto de unión de estaciones de esquí y montaña de nuestro Pirineo aragonés.
S.E.

El progreso y la naturaleza cada vez encuentran más complicada la convivencia, de hecho la sensación que tengo es como si se tratase de una pareja “Living Apart Together (LAT)”, que es la terminología inglesa que se aplica ahora para describir a parejas que no viven juntas habitualmente a pesar de que tendrían la posibilidad de hacerlo. Sería algo así como: “vivo contigo pero sin ti”.

Todos coincidimos en que no es una solución perfecta, pero igual es la única posible, y a que viene todo esto, pues si como ya habréis intuido al proyecto de unión de estaciones de esquí y montaña de nuestro Pirineo aragonés, a través del término municipal de Jaca, cruce histórico de caminos y ahora de nuevo eje de conexión entre las estaciones afectadas.

Fuimos pioneros, con nuestros vecinos pirenaicos, en compartir pastos, migraciones y buscar fórmulas innovadoras, que aunque anualmente ratificadas, siguen permitiendo un uso compartido desde hace ya cuatro siglos.

Y todo esto que a primera vista parece anacrónico, puede resultar ser la clave de la futura convivencia de modelos “a priori” incompatibles.

Una ordenación de los recursos naturales, con un plan de acción bien desarrollado y los correspondientes mecanismos de control podrían, además de salvaguardar la riqueza natural, permitir coexistir los usos agrícolas, ganaderos, industriales y turísticos, que fijarían la población posibilitando a las generaciones futuras seguir viviendo en el Pirineo y evitar convertir este territorio en un “parque temático” para disfrute mayoritario de los no residentes permanentes.

La administración, además de proveer fondos, debe realizar e impulsar los mecanismos de control para preservar el medio natural, a la vez de garantizar un modelo de desarrollo que permita el sostenimiento de las actividades económicas, todos los días del año. No es viable, ni compatible con los proyectos de vida de los habitantes, limitar la actividad a algunos meses, cuando una adecuada explotación bien planificada, permitiría rendimientos durante todo el año.

Quizás deberían ser asumidas y gestionadas por las administraciones, las infraestructuras, si me refiero efectivamente a esos cables, postes e instalaciones auxiliares que precisan los centros de esquí y montaña para su funcionamiento, al igual que ocurre con la administración de las infraestructuras ferroviarias y donde las autoridades ejerciesen su competencia reguladora con un férreo control sobre todos los operadores y concesionarios (turísticos, deportivos, ganaderos, industriales, etc.) que exploten o sean usuarios de los recursos del medio natural.

Además, estimando correctamente e invirtiendo los cánones de uso o explotación, en la modernización, mantenimiento y reposición de las instalaciones, en el cuidado paisajístico de los entornos explotados y en minimizar las afecciones de la explotación, podríamos mantener e implementar usos de forma ordenada, a la vez que preservaríamos el territorio para las generaciones futuras.

Es verdad que es un modelo que exige corresponsabilidad, cesión e implicación por parte de todos los agentes intervinientes, además de mucha valentía y dosis de innovación.

Puede no ser la solución perfecta, pero se plantearía al menos como la posibilidad para que las generaciones futuras puedan seguir viviendo, permanentemente, en este territorio pirenaico como hoy hacemos los que somos biznietos, nietos e hijos de sus anteriores pobladores.