Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La promoción de la trufa

El buen tiempo y la alta participación han contribuido a que esta edición está edición tenga un balance más que positivo.
Última edición de Trufa-te.
Marga Bretos

TRUFA-TE se ha consolidado como una cita de éxito en la que se unen varios ingredientes que hay que seguir produciendo en la provincia de Huesca: la propia trufa negra, la gastronomía y el impulso del medio rural. Más allá de una feria de producto y gastronomía es una promoción del territorio en su sentido más amplio.

El producto, que tradicionalmente se recogía de forma salvaje especialmente en Ribagorza y Sobrarbe, cala en los Monegros, donde el certamen trufero se convirtió en una gran fiesta de la gastronomía en la calle. De este modo, muchos de los asistentes, atraídos por el aroma de la trufa, descubrieron el buen hacer de los establecimientos hosteleros de la comarca.

El aumento de los cultivos, alentados por las ayudas de la Diputación Provincial de Huesca a la plantación de carrascas microrrizadas y a la puesta en riego de esas primeras fincas, hace crecer un sector al que todavía le falta ser más conocido en casa. La mayor parte del producto aragonés se exporta a países con mayor tradición de consumo como Francia o Italia. Todavía no se ha hecho un buen hueco en la mesa aragonesa.

Con todo, sí es relevante para las economías de aquellos que han apostado por este cultivo, que se ha convertido en un gran apoyo al sustento familiar. Y, lo que es más importante, a veces es esa diferencia nada sutil de poder continuar o no en el medio rural. De ahí, que el maridaje de todos esos ingredientes sea tan importante para una provincia que busca en la agroalimentación y en la sostenibilidad una diferencia. Huesca debe continuar promocionando el producto local, especialmente cuando supone algo tan distintivo y propio, que sale de la tierra y de la tradición. La fiesta es solo la expresión de que la receta está en su punto.