Opinión
Por
  • Fernando Jáuregui

La próxima España se configura esta semana

Los españoles elegirán a sus representantes en el Congreso y el Senado.
Los españoles elegirán a sus representantes en el Congreso y el Senado.
Rafael Gobantes

LOS TELÉFONOS echaban humo este fin de semana, ante la indiferencia del pueblo llano. Los partidos configuran no solo sus alianzas, posibles o imposibles: también configuran sus listas, quiénes pueden ir en puestos de salida para ocupar un escaño desde septiembre, quiénes se quedan fuera del paraguas protector y cálido del Congreso y el Senado. A qué ministros no veremos nunca más en sus Departamentos, quiénes pueden entrar en un futuro Gobierno de otro signo.

Las quinielas, las encuestas, las maniobras orquestales en la oscuridad, proliferan en unos cada vez menos influyentes, más ignorantes, cenáculos y mentideros. Los próximos cuatro días van a ser la clave de lo que será, o no, este país nuestro en el futuro.

Porque a nadie se le escapa que de aquí al viernes muchas preguntas tendrán respuesta: ¿Sumar y Podemos sumarán o restarán juntos o por separado? ¿Quién será el/la ‘número dos’ designado este sábado en la lista madrileña del PSOE, delineando así un poco lo que será el futuro del partido y la inevitable sucesión, no tan a largo plazo, de Pedro Sánchez? Y claro, en el otro lado, habrá que analizar muy detenidamente cada toma de posición, cada declaración, de los líderes nacionales y territoriales de PP y Vox, a ver cómo van sus respectivos acuerdos locales, preludio de lo que podría, o no, ser un acuerdo nacional para la gobernación de ‘las derechas’.

Es decir, estamos, cuando nadie parece fiarse de nadie, en el momento de la búsqueda de consensos, que es la asignatura que más sufre para aprobar -de hecho, siempre la suspende- la llamada clase política española. Fíjese usted, sin más, en lo que les cuesta a nuestros líderes hablar de acercamientos efectivos, cuánto padecen para evitar concretar, interrogados -cuando se dejan- por un periodista, acerca de qué, cuándo, con quién, cuánto, cómo, van a pactar. Como si al país eso, que va a ser su futuro, le fuese indiferente, como si se tratase de cuestión que solo les atañe a ellos, a los que aspiran a representarnos y ‘regularnos’.

El súbito adelanto electoral decretado por Pedro Sánchez ha puesto en marcha mecanismos que, como el voto por correo o el entusiasmo de los electores para acudir a votar, o los propios pactos, o la configuración de las candidaturas y de los programas, necesitan de cierto tiempo de meditación para ponerse en marcha, lejos de toda precipitación. Sostengo, como lo hace, creo, una mayoría de españoles según las sacrosantas encuestas, que disolver abrupta y precipitadamente las Cámaras, como hizo Sánchez el pasado día 29 de mayo, ha sido un dislate, creo que perjudicial para sus propios intereses electorales, pero, sobre todo, para la democracia española. Inevitablemente, se van a forzar, pegar, romper, demasiadas cosas, muchas situaciones, que reclamarían una mayor reflexión. Y todo va a ocurrir esta semana, Dios nos pille confesados, si aún, en estos tiempos de escasa contrición, se me permite utilizar este término.