Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Un símbolo recuperado

Interior del Castillo de Montearagón, ubicación donde se han realizado las últimas obras de restauración y consolidación.
Interior del Castillo de Montearagón, ubicación donde se han realizado las últimas obras de restauración y consolidación.
Verónica Lacasa

EL CASTILLO DE MONTEARAGÓN recupera su esplendor. Aunque no vuelvan a reconstruirse los muros, realmente ya han crecido, porque se han retirado hasta 5 metros de escombros, que habían quedado sobre el suelo desde el siglo XIX. Pero lo realmente importante en esta restauración, es que no se ha centrado en un tejado o en un paño, sino que se ha trabajado en la consolidación de la fortaleza, para evitar derrumbes en el terreno sobre el que se asienta, entre otras actuaciones. 

De este modo, los riesgos de que el deterioro avanzara en el castillo de Montearagón ya se han eliminado. Su reconocible silueta continuará dibujándose en el horizonte sobre la capital oscense, un símbolo visual y emocional para los vecinos del entorno que les anuncia, cuando se acercan por la carretera, que ya están en casa. Aunque todavía se desconoce la fecha en la que se reabrirá el público, a la espera de que se realice una revisión de seguridad y se acondicione una zona de acceso para los autobuses y los coches, será sin duda un momento histórico. A partir de entonces, deberá incluirse en las rutas de la Hoya de Huesca y en su programa de puertas abiertas, que ha conseguido que crezca el turismo por localidades con el atractivo de monumentos como la iglesia de Agüero, la ermita del Viñedo de Castilsabás, la ermita de Barluenga o la torre medieval del Santa Eulalia la Mayor, entre otros.

Declarado Monumento Nacional en 1931, este enclave fundamental en el antiguo Reino de Aragón, donde reposaron durante siglos los restos de Alfonso I el Batallador, merecía una restauración de este calado para que pueda ser visitado y que su historia pueda ser conocida. Aún así, queda por hacer.