Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Unas fiestas más inclusivas

Charanga en la Cruz Blanca de Huesca.
Charanga en la Cruz Blanca de Huesca.
Javier Navarro

SAN LORENZO se vive y se disfruta en la calle, desde el chupinazo hasta la despedida al santo de esta tarde. Y aunque la mayoría de los actos se desarrollan en el centro de la ciudad, también los hay que viajan por ella contagiando la alegría y jolgorio de los festejos y llevando, sobre todo la música, a aquellos que tienen más difícil ir de aquí para allá para disfrutar de los mismos.

Los Danzantes y la Banda de Música han recorrido estos días los diferentes barrios de la capital oscense. También las charangas y la comparsa de Gigantes, Cabezudos y Caballicos. Los más mayores tendrán mañana su gran día con el acto homenaje en el que no faltarán las migas, el melón y algún que otro ‘bailable’. Pero las fiestas también llegan a centros especiales. Ayer fue el turno de Valentia y Cruz Blanca. Con auténtica emoción esperaban los usuarios del centro del segundo de ellos la llegada de la charanga Plin Floyd. Al son que marcaron sus componentes, hubo bailes improvisados, pero también abrazos y besos. Mientras que hasta el centro Manuel Artero viajó la jota, de la mano de la asociación folclórica Estirpe de Aragonia. No faltó la de San Lorenzo y los usuarios incluso se lanzaron a tararearla por lo ‘bajinis’ o a mover los pies siguiendo el ritmo.

San Lorenzo es una fiesta para todos, siete días en los que la ciudad acoge a miles de visitantes. Pero es muy resaltable que además de por la hospitalidad hacia quienes llegan de fuera, la fiesta se diferencie por intentar llegar a todos sus rincones y a todos sus vecinos, sobre todo a aquellos que más necesitan o que con más devoción acogen ese espíritu festivo que invade estos días la capital altoaragonesa.