Cultura y paisaje

PIRINEOS SUR, con su escenario flotante sobre el pantano de Lanuza, abrazado por las cumbres pirenaicas del valle de Tena, ya había demostrado el éxito de ofrecer propuestas musicales singulares e incluso muy comerciales en un paraje único. Con subirse a su escenario y aprovechar el eco de esta cita entre montañas, habían soñado algunos artistas en sus inicios y también consolidados, como así confesaban cuando lo iban consiguiendo por el éxito de la fórmula. 

Y llegó la pandemia, y entonces confluyeron la necesidad de recurrir a pequeños formatos para evitar las aglomeraciones, pero también de seguir apoyando a un sector que sufrió sus consecuencias, así como de buscar el aire libre para evitar contagios y esa conexión con la naturaleza que hacía sentir más libres. 

Nació el SoNna, el Festival Sonidos en la Naturaleza, ideado desde la Diputación Provincial de Huesca, que acaba de cerrar con éxito su cuarta edición. Del 1 de julio al 9 de septiembre, 29 propuestas culturales en las diez comarcas altoaragonesas han contribuido a promocionar el paisaje, el patrimonio y muchos pueblos a los que ha puesto en el mapa del ocio. Lugares únicos en los que la música y otras artes cobran una dimensión especial. 

El Rincón del Olivar de Alberuela de Tubo, la Factoría Mágica del mago Civi-Civiac de Pueyo de Santa Cruz, el barranco de Gabasa de Peralta de Calasanz o los Jardines de Casa Ric-Otal, en Fonz, son algunos de los espacios elegidos en esta edición que, como todas, se despidió en uno de los elementos patrimoniales destacados y de la provincia recuperado en los últimos años: la Cartuja de las Fuentes. Aunque la lluvia cortó ayer el último concierto. Surgió de una necesidad y se ha convertido en imprescindible.