Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Dos décadas

AVE en la estación de ferrocarril de Huesca.
AVE en la estación de ferrocarril de Huesca.
D.A./PABLO SEGURA

Alrededor de 1,2 millones de viajeros se han desplazado en el Ave que une Huesca con Madrid. Fue una víspera de Nochebuena cuando se inauguró, en 2003. Atrás quedaban 22 meses de trabajo y una inversión de 221 millones de euros. Ese día se ponía en servicio el trayecto de 79,4 kilómetros que separan Huesca de Zaragoza. Entre otros, el ministro Álvarez Cascos viajó en ese primer tren y fue el encargado de cortar la cinta inaugural tras un viaje en Alvia en el que se llegaron a alcanzar los 200 kilómetros. En aquel entonces, viajar a Madrid eran dos horas y cuarenta minutos.

En estas dos décadas que separan la fecha inaugural de la actualidad, gracias a las mejoras acometidas, se ha conseguido reducir el tiempo de viaje en veinte minutos y se han mejorado las conexiones gracias a los billetes integrados que enlazan dos trenes de manera oficial, garantizando el viaje incluso en caso de pérdida del enlace y con una tarifa inferior. Córdoba, Sevilla, Málaga o Barcelona están ahora más cerca.

Pero poco más se ha ganado. Huesca sigue pendiente de la recuperación de los trenes de refuerzo que se perdieron en plena pandemia, esos Ave que viernes y domingo se sumaban para atender la alta demanda que se concentraba en esos días. Tampoco el edificio de la intermodal, que ha quedado como un mero lugar de tránsito en el que no puede tomarse un café ni comprar un libro de bolsillo o una revista para amenizar el viaje. Las despedidas, desde hace ya muchos meses, no son con una taza caliente en las manos, sino en el frío vestíbulo o en la calle. Adif debería impulsar más una instalación que es la puerta de llegada a la provincia para muchos viajeros, una provincia que quiere hacerse un hueco entre los destinos ‘top’ de interior.