Opinión
Por
  • Manuel Campo Vidal

Alto el fuego navideño en la política española

Feijóo y Sánchez, al fondo, durante la sesión de control al Gobierno de este miércoles.
Feijóo y Sánchez, al fondo, durante la sesión de control al Gobierno de diciembre
EFE / Chema Moya

Menos mal que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se reunieron y acordaron algo. No podían hacer a la ciudadanía mejor regalo de Navidad. Lo triste es que haya que llevar el clima político hasta el límite para que ambos partidos alcancen acuerdos; deberían ser habituales. La gobernación del país no puede ser una trifulca permanente. Lo del Consejo General del Poder Judicial, sin renovar desde cinco años atrás, clama al cielo. Feijóo propuso en la reunión que, entre PP y PSOE, para facilitar la negociación, mediara la Comisión Europea. Y Sánchez aceptó. Tanto escándalo por la exigencia de mediadores en las conversaciones con independentistas, quedó en ridículo. Si la figura del mediador ayuda, pues a poner mediadores en nuestras vidas. (Y si les sobra tiempo, que se ofrezcan a los implicados en conflictos laborales, o familiares, que harían mucho bien en estas fechas poniendo paz entre cuñados en las tensiones navideñas).

Viene un 2024 de infarto. El 18 de febrero, elecciones gallegas. El popular Rueda va a por la quinta mayoría absoluta consecutiva del PP, pero sin Feijóo de candidato. No estaban las relaciones entre ellos en su mejor momento, aseguran en Galicia, porque el presidente saliente pensaba en otro sucesor. Pero ambos necesitan esa reválida. Para Rueda es su prueba de fuego: gana, o debe dejar paso. Si el PP pierde en su autonomía de referencia, Feijóo quedaría debilitado. Aunque “si gana Rueda, se argumentará que no ganaban por Feijóo, sino por la potentísima maquinaria electoral del Partido Popular; o sea, pongan a quien pongan”, reflexiona un excelente periodista gallego.

Después llegarán las elecciones vascas, donde el PNV se juega la continuidad con un candidato sorpresa. Todos los partidos, incluido Bildu, comparecen con caras nuevas. Son otros tiempos. La hipótesis de un lehendakari de Bildu planea sobre los comicios, aunque es muy improbable que el Partido Socialista apoye con sus votos el desplazamiento del PNV. No falta quien interprete que el favor de apoyar la investidura de Sánchez ya se ha devuelto facilitando la llegada de Bildu a la alcaldía de Pamplona.

Y el 9 de junio, las europeas. El duelo allí no será tanto entre Sánchez y Feijóo, que también, sino entre Sánchez, aunque no se presente, y Manfred Weber, un ingeniero bávaro, cabeza de cartel de los conservadores europeos. Úrsula von der Layen termina mandato y los socialdemócratas europeos -con Alemania y España en cabeza- apuestan por una Comisión presidida por un progresista. Difícil, porque Europa está girando a la derecha en casi todas las elecciones. Las encuestas destacan que el liderazgo de Sánchez destaca en los países comunitarios, mientras los conservadores andan a la búsqueda del suyo, huérfano desde que Angela Merkel clausuró su carrera política. Weber, aspira a ser esa referencia. El presidente español le lleva cinco años de ventaja. Se consolidan los que renuevan mandatos en sus países. Ya se vio hace unos días cuando Sánchez acudió al Congreso del SPD alemán para reforzar al canciller Olaf Scholz. No han faltado socialistas españoles presumiendo del hecho. “A Felipe González vino a apoyarlo a Madrid en su Congreso Willy Brandt, el gran canciller socialdemócrata de Alemania. Y ahora es el español el que va a apoyar al alemán”.

Ya ven: tres elecciones importantes en seis meses, gallegas, vascas y europeas. El escenario puede cambiar, pero el rey Felipe VI sigue anclado, como se vio en su discurso navideño, en la defensa de la Constitución que cuestionan los extremos políticos. De agradecer. Vamos a una nueva etapa política. Se ruega que sin la crispación que respiramos.