La victoria es otra

LA PROEZA fue enfrentarse al Barcelona, la (casi) épica marcarle dos goles y el éxtasis hubiera sido que la U.D. Barbastro tumbara a un grande. Pero el triunfo existió: la unión de toda una ciudad en torno a un club deportivo que ha marcado un hito en sus 75 años de historia que va a celebrar en 2024 con este inicio. El refuerzo de un sentimiento a un equipo humilde que defendió en el Municipal con orgullo sus colores, su territorio y a su afición. Eso es una victoria. Por llevar el nombre de Barbastro por todo el mundo, y por la ilusión que generó en todo el Alto Aragón, ha merecido la pena.

Antes de empezar el partido, el triunfo estaba asegurado. En el Barça, como bien dijo la víspera su entrenador, Xavi Hernández: “Tenemos mucho que perder y muy poco que ganar”; mientras que en Barbastro, la frase era justo al revés. Pero querían hacer frente al Barcelona y lo hicieron, con todo su brío y toda su fuerza, los pusieron contra las cuerdas en una noche donde se hizo magia. Y llegó un gol; y otro. No importaba el frío, porque ahí, en las gradas del recrecido Municipal, se sentía el calor de una afición entregada que animó como nunca, gritó como nunca, lloró como nunca, pero disfrutó como jamás podía imaginar. Ese fue, sencillamente, el mayor logro.

Barbastro vuelve hoy a la rutina, todavía salpicada por las anécdotas y las vivencias de mucho más de 90 minutos de intensidad que se repetirán durante días y durante muchos muchos años. Los medios de comunicación permiten hoy continuar disfrutando con la repercusión de la jornada, con la plasmación negro sobre blanco de un momento histórico que quedará para siempre en la retina de la afición y en la historia del fútbol. Así, es imposible no hablar de victoria.