Opinión
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  • Isaac Claver Ortigosa, presidente de la Diputación Provincial de Huesca

El campo somos todos

Isaac Claver, en el centro de la imagen, durante su encuentro con los agricultores frente a la Diputación Provincial de Huesca.
Isaac Claver, en el centro de la imagen, durante su encuentro con los agricultores frente a la Diputación Provincial de Huesca.
Laura Ayerbe

Este miércoles pasado conversé en dos ocasiones con agricultores que participaban en la tractorada que, día a día, exhibe el hartazgo del campo. La primera, gracias a la censura impuesta por el ministro Marlaska, tuvo lugar en Siétamo, a pocos kilómetros de Huesca y a pie de carretera, donde les habían impedido el paso; el segundo encuentro, cuando por fin pudieron acceder a la capital oscense, se desarrolló a pie de calle frente a la sede de la Diputación Provincial. En ambos casos, afirmé que sus reivindicaciones son justas y cuentan con el firme apoyo de la Corporación provincial. El ir y venir de aquella mañana superaba lo anecdótico: era el reflejo de dos concepciones contrapuestas de la política y su impacto en la administración pública. Sencillamente -si algo en esta crisis puede resultar sencillo-, eran dos modelos de ser y estar en política: censurar y no atender o estar y escuchar a nuestros vecinos. En este último caso, como coloquialmente se suele decir, dar la cara.

En nuestro caso, lo tenemos claro, la DPH está al servicio de los municipios y todos y cada uno de sus vecinos. No hay excepciones o niveles en ese compromiso. La Diputación no se permite a sí misma dudar cuando el futuro provincial no solo del campo, sino de nuestros pueblos, corre peligro. Y nadie pone en duda ese riesgo, incluso cuando algunos critican a los tractoristas o los tachan de radicales. No se ha insistido lo suficiente en una enseñanza que ya podemos extraer de las tractoradas. Me refiero a la solidaridad de unos ciudadanos probablemente afectados por un tráfico tan lento que, en otro contexto, acabaría con su paciencia pero que, durante estos días, han dejado patente la empatía con sus reivindicaciones. Cobra más fuerza que nunca el dicho que afirma que el campo alimenta a la ciudad.

Y no solo a la ciudad. Llena de vida y actividad nuestros pueblos, nuestro extenso territorio. Sería fácil limitarse a la retórica para denunciar el paulatino despoblamiento de nuestro campo, pero el camino correcto es sumarse a la unión y el valor institucional de la DPH para trasladar a Madrid y Bruselas una reclamación objetivamente justa. Ese mensaje de unión no se limita a los grupos políticos de la Corporación provincial. Todo colectivo será bien acogido porque enriquece nuestra capacidad para afrontar el problema que asfixia a nuestra agricultura. Es cierto que en la Diputación no tenemos competencias propias en esa materia, pero sí queremos ser el altavoz y la voz de nuestra tierra ante otras instituciones. Desde nuestra humilde posición, pero con una firme convicción de la importancia del sector primario en el Alto Aragón.

Considero de justicia que hagamos nuestras las demandas de los agricultores. Necesitan -necesitamos- una PAC más flexible que no condene al campo, lo que sería tanto como renunciar a la esperanza de un desarrollo que garantice el bienestar de nuestros mayores y el futuro de nuestros hijos. Es imprescindible agilizar todos los procesos administrativos que afectan al mundo rural y exigir a los productos importados de países terceros a la Unión Europea los mismos criterios de calidad que se exigen para los nacionales. Estas y más reivindicaciones solo tienen una finalidad: trabajar en condiciones justas. Quieren -y queremos- que puedan trabajar con dignidad. Y esa justicia y dignidad es la que me han trasladado en primera persona esta semana. Escuchando, atendiendo y estando al lado de nuestro sector primario. Transmitiremos su mensaje donde sea preciso. Y se hará con rotundidad porque esa gente es nuestra gente, y ese sector primario constituye las raíces de toda una provincia. Estamos con vosotros,