Opinión
Por
  • Laura Alins Rami, profesora de Historia

Setenta y dos millones de razones para cuestionar el aborto

España registra la cifra de nacimientos más baja desde 1941
España vive una grave crisis demográfica.
EFE

El movimiento provida en Estados Unidos, aún en medio de dificultades, sigue muy vital; recordemos que hay estados, como Texas, en que el aborto prácticamente está abolido; también en Sudamérica destacan en la lucha por la vida Perú, Honduras, El Salvador, Guatemala y la República Dominicana.

En Perú, el pasado noviembre, el Congreso aprobó que el no nacido fuera considerado un ser humano con todos sus derechos desde el momento de la concepción; una conquista extraordinaria. Pero el aborto sigue incrementando sus cifras año tras año. En 2023 se han producido en el mundo 72 millones de abortos. Esta escandalosa cifra es tan alta como la mitad de las muertes que se producen al año en el mundo (140 millones); es muy superior a los 16 millones de fallecidos por cáncer o a los 2 millones a causa del sida. Sin embargo semejante genocidio pasa sin pena ni gloria y goza de aceptación social, protegido por el intocable mantra los derechos de la mujer. Quien no tiene ningún derecho es el feto; incluso puede despedazarse dentro del vientre de su madre y venderse sus fragmentos para diversos fines, en beneficio de las multinacionales del aborto. En España (tercer país de la UE donde más abortos se dan, después de Francia y Alemania) se usa el aborto como un medio anticonceptivo más, se producen 100.000 abortos al año (sin tener en cuenta los ocasionados por la píldora del día después, PDD); tres millones desde 1986. El aborto se ha convertido en un negocio a costa de la mujer, habiendo ya 210 centros abortivos (Informe, “El aborto en España 2023”, Instituto de Política Familiar). Un fenómeno favorecido tanto por gobiernos del PSOE como del PP (el PSOE promueve la legislación, el PP la consolida cuando llega al Gobierno).

El aborto contribuye de forma directa a la grave crisis demográfica en España, a la quiebra de las pensiones y prestaciones sociales, al cierre de aulas escolares, o, en general, al empobrecimiento de la Nación, y lo que es peor al desprecio a la vida y al ser humano; un reflejo del inmenso problema a nivel global. La gravedad de la cuestión es tal que mientras la humanidad no reaccione ante semejante carnicería no enfocará debidamente ninguno de sus problemas y aspiraciones; la primera la paz y armonía entre las naciones. El 3 de febrero de 1994, Santa Teresa de Calcuta intervino ante la clase dirigente estadounidense, en el Desayuno Nacional de Oración que se celebra cada año en Washington D.C.; un día histórico. Allí, en presencia de los matrimonios Clinton y Al Gore, la fundadora de las Misioneras de la Caridad proclamó la verdad sobre este crimen : “La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto”,(…) “Si aceptamos que una madre puede asesinar a su propio hijo, ¿cómo podemos decir a los demás que no se maten unos a otros? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla, con amor, de que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio su vida por amarnos. Así que la madre que esté pensando en abortar, debe ser ayudada a amar, o sea, a dar hasta que le duelan sus planes…” Enseñar a amar, no a librarse de un problema, nos propone Santa Teresa de Calcuta. Cuando el niño no es “deseado” o no viene en el momento ideal, se percibe como un problema. Esta sociedad tremendamente hedonista está educando no para afrontar y resolver problemas, sino para acabar con ellos, aunque ese problema sea el propio hijo. Estamos propiciando personas débiles, flojas, incapaces de sobreponerse a las contrariedades y afrontar las consecuencias de sus actos, de renunciar a su comodidad o incluso a sus planes de futuro, y en definitiva, personas infelices y frustradas. Claro que entendemos que una joven que se quede embarazada pueda sentir derrumbarse todos sus proyectos de futuro; pero en ese momento en lugar de ser inducida al aborto necesita compañía, cariño, ayuda sicológica y material para salir adelante con ímpetu e ilusión y, ante todo, conocer en verdad lo que lleva dentro, que no es un simple amasijo de células.

Pues eso… enseñar a amar hasta que duela, y acompañar a las madres en dificultades con cariño, una a una, para actuar sobre esta inmensa lacra; un paso para contribuir a que poco a poco la cultura de la vida impregne las relaciones entre los pueblos, un paso para la paz.