Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Patrimonio de la Humanidad

Villanúa, vista aérea
Villanúa, vista aérea
R.G.

CIEN KILÓMETROS de historia y de paisajes en los que contrastan la nieve que cubre las cumbres del Aspe, el Midio o el Bisaurín hasta bien entrada la primavera con los llanos de la Canal de Berdún. Esta es la distancia que recorre el Camino Francés en el Alto Aragón, la ruta jacobea que entra por Somport y lleva al peregrino hasta Undués de Lerda, la última población aragonesa, un recorrido con gran importancia histórica y que tuvo su máximo esplendor en la Edad Media. El antiguo hospital de Santa Cristina, a pocos pasos del Summus Portus, recibía a los peregrinos.

Se erigió allí donde los peligros del camino en forma de ventiscas y densa niebla lo hacían más necesario y oportuno para el viajero, a 1.600 metros, a poca distancia del puerto de Somport. Su gama traspasaba fronteras. La Catedral de Jaca, pionera del románico y San Juan de la Peña, donde cuentan se custodió el Santo Grial, son dos de los monumentos más destacados de una ruta que ha caído en el olvido. Solo 1.600 peregrinos pasaron el año pasado por el albergue jaqués. Por Saint Jean de Pied de Port, el acceso a España para quienes entran por Roncesvalles, se superaron los 56.000. Siguen creciendo, mientras en Aragón siguen disminuyendo. Atrás, muy atrás, quedaron esas 4.000 pernoctaciones de 2009, justo un ejercicio antes de que los entonces príncipes Felipe y Letizia inauguraran el año xacobeo en Jaca, entre otras poblaciones, para ponerlo en valor.

Más cariño y más promoción reclaman desde el territorio para una ruta declarada Patrimonio de la Humanidad hace 30 años y, por supuesto, más inversión para mejorar, al menos los puntos conflictivos donde el invierno ha hecho estragos.