Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Basura en el monte

Restos de comida y otras basuras del campamento en el que vivían los que cuidaban las plantas.
Restos de comida y otras basuras del campamento en el que vivían los que cuidaban las plantas.
V. A.

UN VERTEDERO. Restos de comida, plásticos, ropa y calzado, enseres de cocina, una balsa de agua, cristales e incluso alguna botella de butano delatan dónde estuvo el campamento que las mafias levantaron en una zona boscosa situada entre Palo y La Fueva para cultivar marihuana en grandes cantidades. La Guardia Civil desmanteló este pasado verano el vivac que habían preparado y desarticuló la banda, deteniendo a 14 personas de nacionalidad albanesa, rumana y moldava

Pero ahí han quedado un montón de restos pendiente de que se dilucide quién ostenta la propiedad de los terrenos ocupados para pedirles que se encarguen de la basura. Desde La Fueva apuntan que uno de ellos es de la Confederación Hidrográfica del Ebro, a quien ya han avisado; Palo afirma que todavía lo está investigando dada la dificultad de acceder a la zona. Y la basura sigue ahí, además esparcida por los animales salvajes que habitan esos bosques.

La imagen es dantesca. Hay kilos y kilos de basura desperdigados. No llega a las más de 80 toneladas que aseguran se dejan cada año en el Everest y que estos últimos días muestra Nepal para imponer nuevas normas. Pero hay kilos y kilos de basura esparcidos, como los hay por muchos otros rincones de nuestras montañas. En este caso, los delincuentes los dejaron y se está a la espera de la ‘burocracia’. En otros, son anónimos que tiran las latas y bolsas por la ventanilla del coche como si nada -veánse las cunetas de Santa Bárbara- o ‘montañeros’ que todavía no han descubierto que la basura no tiene patas, no baja sola. Nuestras montañas necesitan un poco más de mimo por quienes las visitan y un poco más de agilidad por quienes las gobiernan.