Opinión
Por
  • Rosa Castro Cavero

La soledad para crear y conectarnos con nuestro talento

Thomas Edison.
Thomas Edison.
Louis Bachrach, Bachrach Studios, restored by Michel Vuijlsteke

La soledad es fuente de creación, inspiración. Cuando leemos biografías de grandes genios nos encontramos con algo en común: pasaban muchas horas solos, pensando, estudiando, planeando, realizando sus obras, ya sea en pintura, escultura, música investigación científica o inventos tecnológicos. Ese aislamiento les transportaba a un estado de fluidez mental ajeno al mundanal ruido desde el que podían día tras día, llegar a la excelencia en su trabajo.

Uno de esos grandes genios fue el inventor y empresario Thomas Ava Edison, que ha pasado a la historia por registrar a su nombre más de mil patentes, como el telégrafo, el fonógrafo y la bombilla incandescente. La historia nos habla de un hombre disruptivo, que pensaba “fuera de la caja”. Es un ejemplo de persistencia ante las dificultades, de confiar en sus ideas, aun cuando todo parecía en su contra, él seguía con fluidez hasta llegar a los resultados esperados.

Muchos oradores motivacionales ofrecen el testimonio de vida de este genio como ejemplo de persistencia para lograr sus invenciones. Inventó la bombilla incandescente, después de 999 intentos previos, hasta lograr que el filamento interno no se quemara en poco tiempo. No se desanimó ante tanta negatividad, como nos pasa a la mayoría ante problemas de la vida, prosiguió y probó con cientos de materiales hasta lograr un filamento que no ardiese y permitiera 48 horas de duración ininterrumpidas.

Hizo la primera presentación pública de su hallazgo ante 3000 personas, en su laboratorio de Menlo Park (California). En ese acto, un periodista le preguntó:

- “¿Nunca pensó tirar la toalla después de tantos fracasos?”.

- “¿Fracasos? No sé de qué hablas. En cada intento aprendí el motivo por el cual una bombilla no funciona”, contestó con brutal seguridad, Thomas Edison.

Esta respuesta dejó a todos los asistentes boquiabiertos. Y ahora, siglos después, también nos impresiona. Es un alegato a creer sin límites en los sueños que cada uno persiga.

Las palabras dañinas pueden boicotear todo proceso de creación. Es conveniente que cuando planeamos proyectos o metas seamos conscientes que debemos pasar espacios de soledad, para ir puliendo estrategias o ideas. Nunca compartir esos sueños con aquellos que nos desanimarán o criticarán. Es bueno también estemos solos durante horas, en el tiempo en que los demás duermen. Muchos de los genios se despiertan a horas de la madrugada, para conectarse mejor con sus ideas. El cerebro se enfoca mejor sin interrupciones.

Buscar la soledad y alejarse de la crítica dañina es una constante en la biografía de Thomas Edison. Su madre fue la primera en asegurarse que este gran genio lograra un espacio para crear e inventar. Desde pequeño lo educó ella misma, pues en la escuela lo habían expulsado a los ocho años y medio de edad, tachándolo de retrasado e improductivo

El canal History Channel produjo un cortometraje con gran repercusión, que refleja cómo un día, con 8 años, el pequeño T. Edison, llegó del colegio con una carta que los profesores le habían dicho insistentemente debía entregar. Su madre, Nancy Elliot, para tranquilizarlo, abrió el sobre delante de él y leyó esa carta en voz alta: “Su hijo es un genio, esta escuela es muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarlo, por favor enséñele usted”.

La carta realmente no decía eso, sino todo lo contrario: “Su hijo está mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela”. Pero la madre de Edison sabía que las palabras pueden bendecir o destrozar la vida de un ser humano. Por eso escogió lo primero.

Fue tras morir Nancy Elliot, en 1971, o Edison, en alguna visita a la casa familiar encontró esa nota en un armario y descubrió lo que realmente su madre le había escondido: que era un pésimo estudiante y le expulsaron. Por eso, al final de su vida, este gran genio escribió en su diario: «Thomas Alva Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero gracias a una madre heroica se convirtió en el genio del siglo».

Amemos más la soledad. No dejemos que el ruido externo robe nuestro talento. 

* Rosa Castro Cavero es comunicadora especializada en divulgación científica