Opinión
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  • Diario del AltoAragón

La burbuja inmobiliaria

El año pasado se compraron más viviendas al contado que mediante hipoteca.
El año pasado se compraron más viviendas al contado que mediante hipoteca.
Laura Ayerbe

EN LAS CIUDADES pequeñas las tendencias de los mercados acostumbran a llegar un poco más tarde, pero llegan. Por primera vez, en Huesca se cerró el año 2023 con más ventas de pisos a tocateja que con hipoteca, como sucede ya en grandes ciudades. Y no es lo normal. Lo normal es que la vivienda sea el plan de vida de cualquier persona o pareja, pero cuando se pagan así, es que no se destinan para vivir sino como una forma de ahorro o de obtener beneficios. Esto no es una inversión en la sociedad porque no va a generar riqueza, apunta el profesor de macroeconomía de la Universidad de Zaragoza, Jorge Bielsa. 

Son cambios de propietario cada vez a mayor precio pero de un bien existente. Es evidente que estos datos no hablan de riqueza sino de lo contrario, porque evidencian que los pisos los compran quienes tienen dinero y no quienes lo necesitan para vivir, que son la mayoría.

Ni Huesca ni muchos pueblos de la provincia, especialmente en las áreas más turísticas, son ajenos a este fenómeno mundial. Queda fuera de las competencias de las administraciones locales, aunque éstas puedan acometer actuaciones puntuales para ofrecer vivienda de alquiler social o habilitar pisos en pueblos con precios asequibles, pero no pueden luchar contra el mercado. Tras la burbuja de 2008, durante unos años apenas se construyó en la capital, por lo que lo edificado en estos últimos se ha vendido a precios elevados. Con el metro cuadrado a 3.000 euros en obra nueva, los jóvenes no se lo pueden ni plantear. ¿No suena esto parecido al boom inmobiliario? Hay suelo por desarrollar y si deja de construirse con cuentagotas quizá la ley de la oferta y la demanda podría corregir en cierto modo el desajuste.