Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Un cuarto de siglo con obras

Vehículos circulando por la n330 a la altura del Hostal de Ipiés.
Vehículos circulando por la n330 a la altura del Hostal de Ipiés.
Javier Navarro

HA PASADO casi un cuarto de siglo desde que se inauguró el primer tramo de la autovía al Pirineo, la A-23. Corría el año 2000 cuando se abrieron los primeros 11,5 kilómetros que distaban entre Huesca Norte y Nueno. Poco a poco, Monrepós, ese puerto que antaño sumaba curvas y curvas y más curvas, y enlazaba laderas con vertiginosos puentes fue transformándose. Un década hace ya que se inauguraron tramos como el del congosto del Isuela o el de Arguis-Alto de Monrepós. De los últimos en entrar en servicio, ha pasado casi un lustro

Pero la principal comunicación hacia el Pirineo, hacia la zona de las estaciones de esquí, hacia los pasos fronterizos de Somport y Portalet, sigue sin concluirse y con varios tramos de carretera convencional que se convierten en un cuello de botella en días de gran afluencia hacia el Pirineo. Una mala imagen de Aragón para quienes nos visitan de fuera que ha conseguido abortar operaciones con alguna aerolínea interesada en traer turistas al Pirineo procedentes de Canarias, pero también tramos peligrosos donde pueden producirse, y se producen con más frecuencia, accidentes por alcance durante las retenciones.