Opinión
Por
  • Carlos García Martínez

¿Hasta cuando?

Alberto Núñez Feijóo durante la sesión del cónclave del Partido Popular Europeo en Bucarest.
Alberto Núñez Feijóo durante la sesión del cónclave del Partido Popular Europeo en Bucarest.
EFE/ EPA/ Robert Ghement

PREPARABA un artículo sobre el Humanismo pero al leer las declaraciones de Aznar decidí cambiar de tema. En ellas, 20 años después de los atentados de los trenes, llamaba “profesionales del embuste” a los medios que desmontaron su teoría de la conspiración. Por ese, y por otros motivos, cambié de tema, como la intervención en el Senado de la portavoz del PP, que acusó al presidente de “no haber dedicado un minuto a los problemas de los españoles”. “¿Hasta cuándo?”, le inquirió después, pregunta que me sirve ahora de titular con otros fines. Se refería a cuánto duraría el actual Gobierno, claro.

Y lo que yo ahora me pregunto es hasta cuándo piensan estar ellos en la oposición y cómo creen poder gobernar con sus socios en muchos Gobiernos regionales y locales. ¿Cómo pensarán gobernar? ¿Ocupando militarmente Cataluña? ¿Con la ayuda de la derecha independentista de Junts, heredera de la CiU de Jordi Puyol? De la imposibilidad de hacer lo incompatible surge su desesperación cuando pierden el poder. Aznar osa reivindicar ahora su gestión de aquel 11-M, el día maldito en que empezó lo que aún sufrimos: el veneno del odio, bajo la consigna machacona de que un Gobierno del PSOE es ilegítimo. Llamarle “El sanchismo” les vale para todo.

En uso de otra de las consignas, la equidistancia, Feijóo comparó el acuerdo con Junts con el 23-F, el terrorismo de ETA y el desafío independentista y Ayuso sostuvo que el acuerdo mete a España en un régimen dictatorial: “Los grandes dictadores de la historia se cuelan a través de los parlamentos”. Abascal, el socio, no se quedaba corto y llamaba a los españoles a la resistencia civil. Mientras un par de barones socialistas colaboraban en el desgaste del Gobierno, algunos números sueltos se les sumaban, como Fernando Savater y Javier Cercas, quien ha escrito en El País Semanal: “Hemos tocado fondo y solo cabe fingir que no sabemos lo que sabemos o la insumisión”, y habla de limitar el tiempo en el poder, temiendo, se supone, que Pedro acumule más mandatos. De equidistancias nada, unos trabajan y gobiernan y otros boicotean su acción en España y en Europa.

Tampoco hay equidistancia en el presente entre Bildu y Vox. A los últimos ya nos hemos referido y no consta que hayan condenado los crímenes del franquismo. El Gobierno PP-Vox de Aragón, por poner el ejemplo más cercano, ha derogado la ley de Memoria Democrática de Aragón. Hace 12 años que ETA no mata y nunca se había usado tanto su pasado como munición entre partidos. Entonces anunció en un comunicado el cese definitivo de su actividad armada: “Queremos trasladarles que sentimos su dolor y afirmamos que nunca debería haberse producido. Deberíamos haber llegado antes aquí. Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio, nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado, pero es posible aliviarlo desde el respeto y la memoria. Sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a mitigarlo”. Comunicado apoyado por más del 70% de los que participaron en la votación. Su portavoz declaraba después no tener ningún interés en la caída del gobierno porque la alternativa sería la ultraderecha.

En cuanto a los otros independentistas, ante las próximas elecciones catalanas, se ven obligados a insistir en que la próxima batalla es conseguir el referéndum de forma “pacífica y democrática”. Ni ellos ni los vascos pretenden desestabilizar nuestro país.

La acusación de “no haber dedicado ni un minuto a los problemas de los españoles”, da entre pena y risa; no caben en una página de este periódico los datos positivos de su gestión económica y social, “de la realidad”. Nuestra economía parece inmune a los riesgos globales. Los indicadores actuales indican un ritmo moderado de crecimiento, las sensaciones siguen siendo positivas en el sector servicios y el impulso se contagia a la industria manufacturera, en teoría la más perjudicada por las calamidades globales. También el mercado laboral sigue generando puestos de trabajo, los suficientes para mantener la renta media de los hogares. Además, los precios se moderan, lo que supone recuperar el poder adquisitivo y anticipa un nuevo repunte del consumo privado. La situación contrasta con el contexto recesivo que prevalece en el centro de Europa, especialmente en Alemania.

En fin, además, como acaba de decir nuestro presidente: “Es imposible gobernar España si no se asume la pluralidad política y territorial”.

Carlos García Martínez, expresidente de la Diputación Provincial de Huesca 1983-1987