Opinión
Por
  • Carlos García Martínez

Humanismo

Erasmo de Roterdam.
Erasmo de Roterdam.
Hans Holbein the Younger, Public domain, via Wikimedia Commons

EL HUMANISMO es una filosofía de la vida y una visión del mundo que abarca la razón humana, el naturalismo, una moral altruista universal, la libre investigación y la justicia distributiva y rechaza afirmaciones sobrenaturales de la realidad, como la fe y la religiosidad teísta, la pseudociencia y la superstición. El humanismo empuja al ser humano al centro del universo, a ser el único que crea historia.

Escribe Stefan Zweig en su libro “Erasmo de Rotterdam”: “El ser humano del siglo XVI, con el Renacimiento, deja de depender de la gracia divina con la conciencia de su propio poder. El anhelo de saber pasa de los monasterios a las universidades y nace el humanismo, con la exigencia histórica de la Reforma. El fanatismo, ese bastardo de espíritu y violencia, quiere imponer la dictadura de la fe como única forma de vida permitida, con lo que divide la humanidad en amigos y enemigos y ha traído la violencia al mundo”. Para Erasmo la posesión más sagrada de la humanidad es la universalidad y para la educación de la humanidad solo conoce el camino de la cultura y los libros. “Solo el ignorante se abandona irreflexivamente a los sentimientos y las emociones provocadores de pasiones, a las fuerzas primitivas de los instintos y el odio que alientan a las masas”. Los humanistas hicieron de la noción de progreso, antes que Darwin la convirtiera en método científico, el ideal moral en el que se basaron los siglos XVIII y XIX que disputa desde entonces la doctrina de Dios caída en manos dogmáticas y políticas interesadas. Montaigne repetirá el mensaje de la razón y la tolerancia, Kant reclamó la paz perpetua y Tolstoi y Gandhi reivindicaron el espíritu de conciliación con la fuerza de la lógica y su derecho moral frente a la ley del más fuerte.

En la Edad Media hubo una revolución intelectual que se expandió con la aparición del Estado moderno, el nacimiento del espíritu laico y las lenguas que hablamos (ya no el latín), las ciudades, las cortes... En esa época se descubre la técnica de la perspectiva, el arte anterior era casi exclusivamente religioso y los artistas se liberaron, La herencia que dejó el mundo árabe en España fue fundamental por su propia cultura y por la recopilación de las obras de Aristóteles, Ptolomeo, Hipócrates y Euclides, desconocidos en el mundo cristiano. En el siglo XV, la recuperación demográfica impulsó la actividad económica, artística y técnica, aunque no supuso avances del papel de la mujer en la sociedad.

Las guerras de religión todavía amenazan la paz en el mundo, como el Islam, el judaísmo agresivo y sus ultraortodoxos con sus ridículas vestimentas, los miles de sectas en EEUU y todos los sectarismos excluyentes y peligrosos. Motivos suficientes para preguntarse hasta qué punto las Iglesias como poder son contradictorias con el humanismo. No hace falta recordar la presencia religiosa en la gobernanza de los países musulmanes y que unas u otras religiones y sectas cortejan a los sectores más influyentes y adinerados tratando de ganarlos para sus Iglesias. El expresidente de Brasil, el ultra Bolsonaro, prometió colocar a Dios por encima de todo y el cartel electoral de Daniel Ortega, el tirano de Nicaragua decía: “Cumplirle al pueblo es cumplirle a Dios”.

Son guerras, guerras de religión, aunque resulte más cortés llamarlas de otra manera. “Morimos por nuestra religión”, declaró un yihadista que mató a dos personas en el centro de Bruselas.

En España se ha producido la alianza entre Vox y organizaciones ultracatólicas como HazteOír, Infocatólica, Asociación de Abogados Cristianos, etc... que dicen defender los valores cristianos.

Decía Sinclair Lewis, Nobel de Literatura, que si la extrema derecha alcanzaba alguna vez el poder en Washington llegaría envuelta en la bandera y enarbolando la cruz. 

* Carlos García Martínez es expresidente de la Diputación Provincial de Huesca 1983-1987