Opinión
Por
  • Rafael Torres

No hay guerra

Palestinos desplazados en Rafah visitan las tumbas de sus familiares en Rafah, el primer día de la Fiesta del Ayuno.
Palestinos desplazados en Rafah visitan las tumbas de sus familiares en Rafah, el primer día de la Fiesta del Ayuno.
EFE

CON EL temor a que se desate una guerra en Oriente Medio a raíz de la respuesta de Irán al ataque de Israel a su consulado en Damasco, se reconoce implícitamente que lo de Gaza no es una guerra, sino un genocidio, esto es, la agresión brutal y despiadada de un ejército poderoso, armado hasta los dientes, a una población civil.

El miedo a que estalle una guerra parece sugerir, en efecto, que en la actualidad no hay en esa zona guerra ninguna, y así es, pues los más de 33.000 palestinos civiles muertos en Gaza, la mitad niños, no lo han sido a causa de un conflicto bélico, sino de un asesinato masivo.

Toda guerra es, en realidad, un asesinato masivo, perpetrado por unos y otros contendientes, pero en Gaza el crimen es ejecutado en una sola dirección y por una sola mano, como también ocurrió con el ataque de los matarifes de Hamás del 7 de octubre contra una población indefensa, que tampoco fue una guerra, sino una matanza. La diferencia, que no por cuantitativa en relación a las víctimas deja de ser cualitativa también, es que el salvajismo del ojo por ojo, diente por diente, registra una enloquecida desproporción de treinta por uno: 1.200 asesinados en Israel, 33.000 en Gaza.

Pero toda guerra es, así mismo, salvaje, por mucho que los conscriptos que van forzados a matar y a morir lo hagan uniformados y blandiendo herramientas mortales de última generación. Ese desplome de todo rastro de civilidad y de humanidad que es la guerra, cualquier guerra, conlleva, como se sabe, su anexo genocida, eso que se ha dado en llamar “víctimas colaterales”, es decir, familias, mujeres, niños, pues los ejércitos, hoy más que nunca, no se citan en campo abierto a dirimir salvajemente sus diferencias, bueno, las diferencias de quienes por intereses repugnantes les arrojan al infierno, sino que se ensañan con los civiles, más fáciles de matar, con sus casas y sus ciudades. Aun así, el holocausto de Gaza es genocidio puro.

El mundo, en manos de psicópatas y de gentuza sin entrañas, teme que estalle una guerra en Oriente Medio. La que hay desde hace más de seis meses que ha borrado a Gaza del mapa, no es una guerra, es otra cosa.