Opinión
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  • Diario del AltoAragón

La tradición navatera

XX descenso de navatas por el río Gállego.
XX descenso de navatas por el río Gállego.
S. E.

EL ALTO ARAGÓN mira a sus ríos más que nunca. En las últimas semanas por las espectaculares crecidas de sus cauces, que han obligado a desembalsar en los principales sistemas, y ahora porque la tradición navatera convierte los descensos en un espectáculo y un tribuno a un oficio desaparecido: el de los navateros, el del transporte fluvial de la madera, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2022.

Los Nabateros d’a Galliguera fueron este domingo los primeros en surcar las aguas bravas del río Gállego, entre Murillo y Santa Eulalia, con un caudal abundante que, si bien les permitió bajar más rápido, les dificultó tomar algunas curvas y les ocultó grandes piedras que habitualmente se ven. Con alguna dificultad con la plataforma de tres trampos, llegaron entre aplausos. Estas ovaciones hablan también del deseo de conservar un patrimonio del Pirineo. Los días 4 y 5 de mayo, los Navateros de la Val d’Echo, recorrerán el cauce del Aragón Subordán y los Nabateros de Sobrarbe surcarán las aguas del río Cinca el tercer domingo de mayo (día 19).

En Sobrarbe, desde el siglo XVI hay constancia del transporte fluvial de la madera. En la década de 1920, la mayoría de los valles pirenaicos contaban con carreteras que permitían el acceso de los camiones y fue desapareciendo esta práctica en casi todos los ríos, no fue así en la zona del Cinca, donde se mantuvo hasta el último viaje a Tortosa en 1949. En 1983, antiguos navateros de Puyarruego y Laspuña construyeron dos navatas que bajaron de Escalona hasta Aínsa, el principio de la recuperación de lo que hoy es una fiesta que hay que mantener ahí y en otros valles.