Opinión
Por
  • Julia Navarro

Sin prensa no hay democracia

Medios de comunicación.
Medios de comunicación.
Kaboompics

ESTOS DÍAS muchos nos acordamos de esa frase de Thomas Jefferson: si hay que decidir entre un Gobierno sin periódicos o periódicos sin Gobierno, es mejor elegir esto último. Creo que pocas frases resumen mejor el valor de la libertad de expresión. Les diré que hay motivos para preocuparse, porque Pedro Sánchez y los suyos pretenden legislar para cortar las alas a los medios de comunicación. El objetivo son los que les molestan, que les critican, los que les aplauden son, a su juicio, los verdaderamente independientes. Y es que Sánchez ha dividido el país en dos: los que le aplauden y los que no se han rendido ante él incondicionalmente. Es decir, Sánchez cree en la libertad de expresión de quienes le jalean y quiere recortarla para los demás.

Leí hace unos días un estupendo artículo del pensador y politólogo José Ignacio Torreblanca en el que resumía de esta manera lo que significa la libertad de expresión: “En una democracia la prensa censura al Gobierno. En una dictadura el Gobierno censura a la prensa”. No se puede decir más con menos palabras.

El Presidente y los suyos alegan que, algunas de las noticias publicadas referidas a él y a su esposa, doña Begoña Gómez, son falsas. La respuesta es que para eso están los tribunales para presentar una querella por difamación o calumnias. Pero aquí viene el segundo problema del Gobierno: no se “fía” de los jueces. Y es que, se han contagiado de sus socios independentistas, que en los últimos años han puesto en marcha una campaña contra todos aquellos jueces que actúan de manera independiente, es decir, que se atienen a la letra de la ley. De manera que, para el Gobierno, jueces y periodistas nos hemos convertido en un inconveniente.

No diré que no se publiquen informaciones falsas o poco contrastadas, pero para eso, insisto, está el Código Penal, si es que uno cree en el Estado de Derecho. Lo que no es de recibo es querer instaurar la censura, sea en el grado que sea, a través de una ley para que los periodistas se autorregulen. Menuda palabreja. A eso se llama lisa y llanamente CENSURA.

En ningún país democrático existe ninguna ley de control de los medios. Veremos si Sánchez, que va de adalid de la democracia, se convierte en el primero. Ya digo que, para el Gobierno y sobre todo para el Presidente Sánchez, se han traspasado todos los límites tolerables en cuanto a libertad de expresión, por lo publicado sobre las actividades profesionales de su esposa.

Ignoro si lo publicado corresponde a la verdad, a parte de la verdad, o no es verdad, pero si creo que si lo que se ha publicado no se corresponde a la verdad se debe, además de desmentir, acudir a los tribunales. Pedro Sánchez y quienes le acompañan quieren llevar a la práctica eso tan viejo de matar al mensajero. Quizá al Presidente alguien debería explicarle la línea tan fina que a veces separa la democracia de la autocracia.