Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Petricor

Ibón de Sen, en el valle de Chistau, esta semana.
Ibón de Sen, en el valle de Chistau, esta semana.
Carlos Bravo

ESE OLOR especial que desprende la tierra cuando está seca y sobre ella cae la lluvia es el que ayer volvió a invadir muchos rincones del Alto Aragón. Ese aroma del agua de la lluvia con las sustancias químicas y la tierra se conoce como Petricor (en estudio por la Rae su incorporación). Agua bien recibida, a pesar de que este año los embalses presentan buenas cifras y que en las montañas, la nieve sigue copando las cimas.

Los embalses de la cuenca del Ebro, según el último informe de la Confederación, están al 77 %, muy por encima de los números de los dos últimos años en los que la sequía ha sido protagonista del estío. Cifras que también superan las del quinquenio. Y además, aunque los pantanos desembalsan día a día para mantener los caudales ecológicos y para dar servicio, tanto a agricultores como a poblaciones, sigue habiendo reserva de nieve con la que reponer algo de fuerza. En las montañas del Pirineo altoaragonés, en estas fechas, hay nueve veces que el año pasado.

Pero aunque las cifras son buenas, hay que ser prudentes. En un año en el que el Día Mundial del Medio Ambiente ha fijado su vista en los suelos, en la resiliencia a la sequía y la desertificación y en el que se advierte que si no se toman medidas la falta de agua podría afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial, hay que economizar. Llega el verano, la temporada de piscinas, de flores y jardines, etc. Pero aunque este verano los embalses estén más llenos, reutilizar el agua de la cocina, priorizar la ducha antes que la bañera, utilizar el lavavajillas o evitar regar en las horas de más calor para sortear una mayor evaporación deben ser costumbres habituales, no solo cuando acecha la pertinaz sequía.