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FOLCLORE

Elena Otín y Máximo Seral Gavín, una gran voz y estirpe de una saga

Ambos son dos grandes exponentes de la jota cantada en el Alto Aragón

Elena Otín y Máximo Seral Gavín, una gran voz y estirpe de una saga
Elena Otín y Máximo Seral Gavín, una gran voz y estirpe de una saga
S.E.

Elena Otín nació en Binéfar en el año 1914. Fue otro de los grandes descubrimientos del maestro Fidel Seral. A muy temprana edad se trasladó a vivir a Lanaja, donde pasó sus primeros años. Hasta esta villa llegaron los ecos de la actuación de Camila Gracia en la localidad de Lalueza, y, conocedores sus convecinos de las cualidades de la voz de Elena, la animaron para que fuera a hacer una prueba a la escuela que tenía Fidel Seral en Huesca. La primera vez que la escuchó el maestro dijo: "A este ruiseñor hay que dejarlo cantar solo, porque en la guitarra no hay tonos para ella". Cuando Elena tenía 13 años, su familia se trasladó a Huesca para que ella pudiera asistir a las clases de canto. Cuando ya dominó algunos estilos, empezó a tomar parte en los recitales que organizaba Seral, y también en algunos con el cantador de Santa Lecina y el de Ballobar.

En el año 1931 se organizó un certamen de cantadores en la plaza de toros de Huesca, en el que Elena Otín obtuvo el premio de honor a la Jota; en él compitieron, entre otros grandes cantadores de la época, el Zagal de Mediana o Mario Seral. En el año 1934 obtuvo el tercer premio del Certamen Oficial de Jota, y en 1939, el segundo, además del primer premio en otros certámenes.

Fue una jotera muy requerida por la rondalla de Fidel y por algunos de los cuadros más importantes de Aragón. Con ellos recorrió España. En los trágicos momentos de la Guerra Civil actuó en multitud de ocasiones en festivales que se organizaban en los frentes.

Las jotas que más le gustaba interpretar, seguramente por su bravura, a la cual Elena podía llegar con facilidad, eran La fiera, Las abarqueras, Perifollos y finuras y Las fronteras.

Poco tiempo después de alzarse con el segundo premio del Certamen Oficial, allá por el año 1940, tuvo que dejar el canto para atender a su familia, como les ocurrió a tantas cantadoras de la época. Desde entonces solamente entonó alguna jota en ocasiones esporádicas y sin subirse a los escenarios.

Más tarde se trasladó a Barcelona. Los dos centros aragoneses de esta ciudad le pidieron que diera clases en ellos, pero Elena prefirió dedicarse al cuidado de sus hijos y no le fue posible, aunque ganas nunca le faltaron.

MÁXIMO SERAL GAVÍN

Máximo Seral Gavín nació en Tardienta el 30 de mayo de 1918. Perteneció a la segunda generación de la saga de los Seral, puesto que era hijo de Fidel Seral. Desde muy niño ya cantaba en las veladas que se organizaban en el colegio de los Salesianos, ya que su padre se ocupó de transmitirle toda su sabiduría jotera; por otra parte, Máximo poseía unas extraordinarias facultades para el canto.

En 1929 tuvo lugar el acto de inauguración de las escuelas de Tardienta, que fue presidido por el jefe del Estado en aquel momento, Miguel Primo de Rivera. En el acto no pudo faltar una actuación de jota, de cuya organización se encargó Fidel Seral y en la que participaron Camila Gracia y Gregoria Ciprés. En el intermedio, Fidel presentó a su hijo Máximo, que cautivó a los que estaban presentes en el acto, y en especial a Miguel Primero de Rivera, quien, al felicitar al maestro por la actuación, hizo hincapié en lo que le había gustado la del muchacho.

Participó en categoría infantil en muchos festivales organizados por su padre en Huesca y Zaragoza, y obtuvo un premio en un certamen de aficionados que se celebró en Huesca.

A comienzos de los años cuarenta, y después de tomar parte en la Guerra Civil -ni siquiera entonces dejó de oírse su voz tardientana-, participó en el Palacio de los Deportes de Barcelona en un gran festival que se celebró con motivo de la elección de Miss Cataluña.

La radio también le sirvió a Máximo de medio para que sus jotas entraran en los hogares españoles; por ejemplo, participó en un programa de la Cadena SER Cabalgata de fin de semana, que presentaba José Luis Pécker.

Debido a sus aficiones deportivas, como el boxeo o el motociclismo, no cuidaba en exceso su voz, motivo por el que su carrera se acabó pronto; no por eso dejó de sentir la jota y de cantar en eventos privados, como hacen tantos joteros que todavía hoy tenemos en Aragón.

También trató de inculcarles a sus hijos junto, con su padre, el amor por la jota. Uno de ellos, Fidel Seral Blanco, hizo sus pinitos de niño como jotero, e incluso participó en el homenaje que se le tributó a su abuelo en Tardienta en 1955 para conmemorar el primer aniversario de la muerte de este.

En el libro Los Seral, de Rafael Ayerbe Santolaria, se recogen las dos coplas que le dedicó a su abuelo: Del cielo cayó una estrella / grande y a pedazos rota / y era que Fidel Seral / nos enviaba una jota y Abuelito, oye mi copla / que yo canto en este día / si hallas puros los estilos / yo tendré mucha alegría.

Máximo Seral falleció el 10 de septiembre de 1985.