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OJO AVIZOR

La iglesia de Polituara resurge de las ruinas tras mucho empeño y siete años de obras

El núcleo, que llegó a tener dos tiendas de ultramarinos, fue expropiado por la construcción del pantano de Búbal

La iglesia de Polituara resurge de las ruinas tras mucho empeño y siete años de obras
La iglesia de Polituara resurge de las ruinas tras mucho empeño y siete años de obras
M.P.

HUESCA.- Era el primer pueblo del valle de Tena, hoy comarca del Alto Gállego, en la ruta hacia Francia y el Balneario de Panticosa. Se situaba junto al Camino Real que recorría de norte a sur este valle. Como paso obligado de mercancías y de personas era un lugar perfecto para el cambio de caballerías en las diligencias, también para el paso del ganado en la trashumancia desde y hacia, las tierras bajas del Ebro, y para el establecimiento de comercios y otros servicios para todo el valle. En el siglo XX con solo seis casas llegó a tener dos comercios de ultramarinos, panadería, herrería, zapatero, losero, y parada de la ruta de autobuses.

La construcción del embalse de Búbal en la década de los años 60-70, apenas a un kilometro de Polituara, y la modificación del trazado de la carretera junto al río Gállego provocó el abandono de sus casas, al igual que las de los pueblos de Búbal, Saqués y la Casa de Lartosa que quedaron expropiados; desde entonces Polituara se convirtió en un montón de ruinas.

Posteriormente, tras la construcción y llenado del pantano de Búbal, en 1973, Polituara pasó a pertenecer al municipio de Biescas.

Según reza en un panel informativo colocado a la entrada del pueblo, el término de Polituara, viene de la palabra latina "pulire" que significa limpio, resplandeciente, bonito. Su origen está ligado a la existencia de una antigua ermita románica, "entre las muchas que jalonaban el Camino Real, conocida como Nuestra Señora de Polituara que servía de albergue a peregrinos y viajeros".

Desde la reversión de la propiedad, en 2012, el grupo familiar Búbal S. L. descendientes de Polituara y Búbal, iniciaron la restauración de la iglesia, una obra que ha realizado la empresa Construcciones A-2, dirigida por Juan Miguel Arruego, albañil, cantero y empresario de Panticosa.

Ramón Acín Ferrer, uno de los socios de Búbal S.L,. de Casa Royo de Búbal, en Polituara, comentaba emocionado a este diario el día de la inauguración de la rehabilitación de la iglesia, que a él le gustaría que este lugar, Polituara, fuera "un centro como era antes, de reunión de gente del valle, es difícil que vuelva a ser comercial porque no pasa la carretera, pero que se siga manteniendo la llama hospitalaria de Polituara".

Tras más de siete años en obras, la iglesia abría sus puertas el pasado 22 de agosto con una misa oficiada por el obispo de Jaca, Julián Ruiz Martorell, y concelebrada por siete sacerdotes, entre ellos los de las parroquias del valle de Tena.

El actual párroco de Polituara, Ricardo Mur, se mostraba "muy contento" por la restauración de esta iglesia, "porque cuando sumamos nos vemos contentos, naturalmente", ha dicho.

Y contento y emocionado estaba el último sacerdote de esta iglesia, José Antonio Bonet, que hace 50 años marchó del pueblo con los últimos vecinos. "Fui el párroco de Polituara, Saqués y Búbal, y aquellos momentos de salir fueron muy duros. Desarraigar a la gente de su ser fue doloroso, volver me ha hecho ilusión".

Ricardo Mur, sacerdote, antropólogo y escritor, explica que en la reconstrucción del templo "ha sido lo más fiel posible al edificio original y a las instrucciones dadas por el proyecto arquitectónico oportuno. No solo han evitado la ruina de muros y fábrica, sino que han sido escrupulosamente respetuosos con los restos que quedaban del edificio primitivo, que durante décadas fue pasto de expoliadores y especuladores".

Argumenta que lo más llamativo de la restauración ha sido la vuelta a la luz del suelo, "y la nueva portalada en la que luce un crismón de seis palos, el rescate de lo que quedaba de la bóveda de media naranja y el nuevo aire de la sacristía, que recuerda la estética de los últimos trabajos efectuados en el balneario de Panticosa".

En cuanto al templo, explica que el primero debió ser románico, "mas bien tardío, quizás de la segunda mitad del siglo XII". Del edificio original no queda nada, ni los sillares, tan solo la ubicación y la orientación. "Consta que sufrió varios incendios, uno de ellos en la francesada, el ultimo en 1865".

La construcción actual data de finales del siglo XVII o principios del XVIII. Ya en el siglo XX en esta iglesia solo se celebraba misa un par de veces al año, el 2 de julio fiesta de la Visitación de la Virgen, y el 16 de agosto, festividad de San Roque. Después, debían ir a misa a la iglesia de Búbal.

Federico Diez Arranz escribió en un documento de 1706: "Este edificio (refiriéndose a la iglesia) cuenta con una imponente bóveda realizada en toba y soportada por pechinas, coronada por una linterna. Posee cinco altares. Un gran retablo presidiría el mayor".

Tras la expropiación de Polituara las imágenes que se encontraban en la iglesia se repartieron por distintos templos de la Diócesis de Jaca. "El problema es que en aquellos años a veces ni se hizo ficha de la procedencia ni del destino de muchas piezas artísticas. Únicamente hay una imagen mariana de principios de siglo XIII, sin procedencia cierta, que puede responder a las características de Nuestra Señora de Polituara, y se encuentra en el Museo Diocesano de Jaca".

El pasado 22 de agosto en la inauguración de la restauración de la iglesia, se bendijo una réplica de dicha talla realizada en madera y pintada a mano. La imagen mide un metro y diez centímetros de altura, tiene al Niño Jesús sentado en su brazo izquierdo que sostiene una bola en la mano y está en actitud de bendecir con la mano derecha. Esta réplica de la talla original ha sido realizada en Madrid por Artes Martínez S.L.

La iglesia y sus alrededores ya lucen su mejor traje y está en el ánimo del grupo familiar Búbal S. L. continuar con los edificios aledaños que son de su propiedad.

Hoy Polituara, tiene página web: www.polituara.es donde se muestra todo el proceso de rehabilitación de la iglesia y de lo que fue el comercio Ramón Acín, así como los trabajos que se están llevando a cabo en los edificios que en su día fueron panadería y la cuadra el Royo. Y todo ello con el interés de la familia de que este lugar no caiga en el olvido.