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SALUD

El Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón lanza una estrategia para abordar la desnutrición relacionada con la enfermedad

Se trata de una patología frecuente, infradiagnosticada e infratratada en todos los niveles asistenciales

El Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón lanza una estrategia para abordar la desnutrición relacionada con la enfermedad
El Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón lanza una estrategia para abordar la desnutrición relacionada con la enfermedad
G.A.

ZARAGOZA.- La desnutrición es un problema de salud cuyo abordaje resulta prioritario por su frecuencia y transversalidad en todos los niveles de la atención sanitaria y por su repercusión en la calidad de vida de las personas. De ahí la puesta en marcha de un Proceso de atención a los pacientes con desnutrición en Aragón, que fue presentado este viernes por el director general de Asistencia Sanitaria, José María Abad, la responsable de la Estrategias, María Bestué, y el endocrino y coordinador clínico de esta estrategia, Alejandro Sanz.

La desnutrición relacionada con la enfermedad (DRE) es una patología frecuente, infradiagnosticada e infratratada en todos los niveles asistenciales. Según los últimos estudios, la prevalencia global en nuestra sociedad es del 23%, llegando al 37% en mayores de 70 años. Antes estos datos y con las recomendaciones internacionales y del Sistema Nacional de Salud, la Dirección General de Asistencia Sanitaria creó un grupo de trabajo autonómico para el diseño de un Plan Autonómico que se va a implantar en cada sector sanitario en los próximos cuatro años.

El principal objetivo de este plan es conseguir el diagnóstico precoz de la desnutrición y su tratamiento y monitorización de una forma eficiente, accesible para el paciente y sus cuidadores, buscando mejorar la calidad de vida y la satisfacción de estos pacientes. Además, se pretende lograr la concienciación y la formación entre los profesionales y la población de la importancia de tener unos hábitos alimenticios adecuados.

Esto se concreta en prevenir la desnutrición a través de la detección precoz de la población en riesgo de padecerla en los distintos niveles asistenciales; en realizar un diagnóstico precoz y valoración nutricional mediante herramientas estandarizadas, así como un seguimiento del paciente según el nivel de riesgo establecido; y en aplicar un tratamiento adecuado para cada paciente de una forma eficiente.

UN CRIBADO NUTRICIONAL

Los profesionales de la salud implicados en la atención directa del paciente, principalmente enfermería tanto de Atención Primaria como de hospitalización, serán los encargados de promover el cribado nutricional para conseguir la detección de pacientes en riesgo de desnutrición.

En Atención Primaria, la población diana para este cribado serán las personas con bajo peso, los mayores de 75 años, los enfermos crónicos complejos, los pacientes oncológicos y las personas institucionalizadas, además de aquellos a los que, por criterio clínico, el sanitario decida incluir si considera que hay sospecha de desnutrición.

En cuanto a la atención hospitalaria, se recomienda la valoración del riesgo de desnutrición a todo paciente ingresado en el hospital con previsión de un ingreso mayor de 48 horas, especialmente a pacientes con mayor riesgo de presentar una desnutrición durante su ingreso, es decir, pacientes mayores de 75 años, encamados, oncológicos, con demencia, con disfagia, quirúrgicos con cirugía mayor o ingresados en unidades de críticos.

Un estudio llevado a cabo en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza a 1.564 pacientes entre enero y septiembre de 2018 reveló que el 17.7% de los pacientes tenía un riesgo medio de malnutrición mientras que el 17.8% lo tenía elevado. Entre este último grupo, el 78,2% de las personas presentaba una malnutrición considerada moderada o grave. De ahí que los especialistas consideren fundamental realizar un control nutricional durante la hospitalización, que permita detectar los casos para tratarlos.

Este control implica la mejora nutricional del usuario mediante la revisión de su alimentación habitual, la modificación de la textura alimentaria tras detectar disfagia y la indicación de nutrición artificial si fuera necesario. Además, conlleva la continuidad de cuidados en estos pacientes cuando reciben el alta mediante un programa de educación y la correspondiente comunicación en la historia clínica del paciente y con su centro de salud y/o residencia.